lunes, 6 de octubre de 2014

EL VUELO.

Debido a una serie de circunstancias, un huevo de águila fue a parar a un rincón de un granero donde una gallina empollaba sus huevos. Y así fue como el pequeño aguilucho fue incubado junto con los polluelos.
Pasado algún tiempo, el aguilucho, inexplicablemente, empezó a sentir deseos de volar. De modo que le preguntó a mamá-gallina: “¿Cuándo voy a aprender a volar?”.
La pobre gallina era perfectamente consciente de que ella no podía volar ni tenía la más ligera idea de lo que otras aves hacían para adiestrar a sus crías en el arte del vuelo. Pero, como le daba vergüenza reconocer su incapacidad, respondió evasivamente: “Todavía es pronto, hijo mío. Ya te enseñaré cuando llegue el momento”.
Pasaron los meses, y el joven aguilucho empezó a sospechar que su madre no sabía volar. Pero no fue capaz de escapar y volar por su cuenta, porque su intenso deseo de volar se había mezclado con el sentimiento de agradecimiento que experimentaba hacia el ave que le había incubado. 

1 comentario:

  1. "Es de bien nacidos ser agradecidos", pero hay que ser perseverantes
    VIVE COMO SI NADIE TE ESTUVIERA MIRANDO.
    Sé coherente y vive tu propia vida, sin mirar lo que digan o les guste a los demás

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