Un hombre perdió su hacha, sospechó que el hijo de su
vecino se la había robado. Creyó por lo que aquel decía, por sus
acciones y por sus movimientos, que era el ladrón. Al día siguiente, al
volver al trabajo encontró el hacha y, al regresar a casa, volvió a ver
al hijo del vecino; ya no tenía el aspecto de haberle robado el hacha
como creyó el día anterior.
No debemos dejarnos llevar por los malos pensamientos; a veces estos reflejan como es uno mismo; el viejo dicho: "Se cree el ladrón que todos son de su misma condición".
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