Un viajero, después de caminar
muchas horas bajo el sol, llegó a una gran llanura y sintiéndose
exhausto, cubierto de sudor, se sentó a la sombra de un árbol para
descansar un rato. Enseguida comenzó a pensar que sería delicioso tener
un mullido lecho para dormir. El viajero no tenía ni la más remota idea
de que estaba sentado debajo del árbol celestial. Tan pronto como surgió
en su mente aquel pensamiento, vio aparecer a su lado una hermosa cama.
Quedó muy sorprendido, pero no tardó en acostarse en ella. Luego, pensó
cuán placentero sería que una joven doncella viniera y le hiciera
masajes en las piernas. Al sólo pensarlo, vio aparecer una doncella, que
se sentó a sus pies y comenzó a frotar suavemente sus piernas. El
viajero se sintió enormemente feliz. Pero enseguida tuvo hambre y pensó:
“He tenido todo lo que he deseado; ¿no podría ahora conseguir algo para
comer?”. De inmediato apareció ante él un plato lleno de deliciosos
manjares. Comió alegremente y habiendo quedado satisfecho por completo,
volvió a tenderse sobre el lecho. Luego, comenzó a repasar en su mente
los sucesos del día. Ocupado en esto, pensó: “¡ Y si un tigre me atacara
de repente!”. Al instante, un gran tigre saltó sobre él, le quebró la
nuca y comenzó a chupar sangre. De este modo, el viajero perdió su vida.
Pobre hombre.
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