(RAMAKRISHNA)
Al anochecer, cuando salen las luciérnagas, éstas pueden pensar: “Estamos alumbrando el mundo”. Pero cuando las estrellas comienzan a titilar, el orgullo de las luciérnagas se desvanece. Ahora, son las estrellas quienes comienzan a pensar: “Somos nosotras quienes iluminamos el universo”. Pero, después de un rato, la luna asciende en el cielo y su luz plateada hace palidecer tristemente a las estrellas. La luna, a su vez henchida de vanidad, piensa que ilumina y da belleza al mundo; mas cuando la aurora proclama la ascensión del sol por el oriente. ¿Qué queda, entonces, de la luna?
Al anochecer, cuando salen las luciérnagas, éstas pueden pensar: “Estamos alumbrando el mundo”. Pero cuando las estrellas comienzan a titilar, el orgullo de las luciérnagas se desvanece. Ahora, son las estrellas quienes comienzan a pensar: “Somos nosotras quienes iluminamos el universo”. Pero, después de un rato, la luna asciende en el cielo y su luz plateada hace palidecer tristemente a las estrellas. La luna, a su vez henchida de vanidad, piensa que ilumina y da belleza al mundo; mas cuando la aurora proclama la ascensión del sol por el oriente. ¿Qué queda, entonces, de la luna?
Hemos de procurar ante todo
ResponderEliminarno tener una aspiración desordenada de honores o eastimsacon,
ni de todo lo que es grandeza humana.
Y no solo esto,
sino que hemos de reconocer con gusto
la superioriidad de los demás,
sin pretender ser más ni sobresalir;
si no entra la envidia que
tanto daño hace a la vida espiritual.
Hemos de vencer nuestra tendencia
a gobernar y enseñar a los demás a que se siga nuestro criterio, al contrario, procura ser dócil en que te guíen y aconsejenm,
y hasta si es menester, te amonesten y reprenndan;
por aquí va el humilde de corazón.
Sta. Mar´garita María de Alacoque