El buen hombre estaba harto. Se había cambiado de casa, con todeo el trabajo que eso supone, y todos los del lugar, ricos y pobres, venían a visitarle. Harto, muy harto ya, no sabía qué hacer. Cerrarles a todos la casa no le parecía buena solución. Lo comentó con un amigo y le pidió consejo. Su amigo, hombre avispado, con mucha experiencia de la vida, le dio la solución:
- Si de verdad quieres librarte de ellos y que no vuelvan más, lo tienes muy fácil: a los ricos que vayan les pides dinero y a los pobres no les des nada.
Me he reído después de leerlo pero, reconozco que es una respuesta muy sabia.
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