F. M DE SAMANIEGO (Adaptación).
Una zorra curiosa merodeaba por las cercanías de una pequeña ciudad. En un rincón descubrió algo pareceido a un hombre. Era el busto -cabeza y hombros- de una, sin duda, preciosa estatua.
La zorra olisqueaba y olisqueaba, dando vueltas alrededor, sin encontrar nada que pudiera aliviar su hambre. Cansada ya y ofendida, djo con muhca malicia y coraje: "Tu cabeza será todo lo preciosa que quieras, pero tienes seso".
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