martes, 30 de septiembre de 2014

EL CAMBIO.

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Dos amigas se encuentran en la peluquería y comienzan a hablar. En un momento dado, una de ellas pregunta a la otra:
-¿Qué tal te va con tu marido?
- Bueno…, me abandonó hace unas semanas.
- ¿Sí? ¿De verdad? ¿Qué fue lo que pasó?
- Pues…, un día me dijo que me estaba poniendo gorda, así que decidí hacer gimnasia para adelgazar y conseguí perder unos kilos. Después, más tarde, me dijo que debería cuidar más mi indumentaria, hacerla más elegante, y entonces renové mi vestuario para agradarle. Otro día me comentó que le hubiera gustado que estudiase algo, para poder hablar de más temas, así que decidí estudiar enfermería. Últimamente me dijo que con el pelo largo estaría mejor, y yo me lo dejé crecer.
Hubo entonces un momento de silencio.
-¿Entonces?..., -intervino la otra amiga- ¿qué pasó entonces? Todo estaba perfecto para él, ¿no?
-Sí…, ese fue el problema, que todo era perfecto para él. Un día me dijo: “Querida, has cambiado tanto que ya no eres la misma persona de la que me enamoré”. Entonces me dejó. 


DE PEREGRINACIÓN A LA MECA.

(ANTHONY DE MELLO)
Un santo sufí partió en peregrinación a la Meca. Al llegar a las inmediaciones de la ciudad, se tendió junto al camino, agotado del viaje. Y apenas se había dormido cuando se vio bruscamente despertado por un airado peregrino: “¡En ese momento en que todos los creyentes inclinan su cabeza hacia la Meca, se te ocurre a ti apuntar con tus pies hacia el sagrado lugar…! ¿Qué clase de musulmán eres tú?”
El sufí no se movió; se limitó a abrir los ojos y a decir: “Hermano, ¿querrías hacerme el favor de colocar mis pies de manera que no apunten hacia el Señor?”

La oración de un devoto al Señor Vishnú:

“Señor, te pido perdón por mis tres mayores pecados: ante todo, por haber peregrinado a tus muchos santuarios olvidando que estás presente en todas partes; en segundo lugar, por haber implorado tantas veces tu ayuda olvidando que mi bienestar te preocupa más a ti que a mí; y, por último por estar aquí pidiéndote que me perdones, cuando sé perfectamente que nuestros pecados nos son perdonados antes de que los cometamos”. 

lunes, 29 de septiembre de 2014

VOLVÍ A SER PARIA.

(PIO BAROJA)
Y era en la isla de Ceilán, en el séptimo siglo antes de la venida de Cristo, en la séptima encarnación de mi alma, en el tiempo en que Sakyamouni predicaba por el mundo y enseñaba la ley, ley de gracia para todos los hombres. Y era en la isla de Ceilán…
Y mi alma triste había encarnado el cuerpo de un paria. En los momentos de descanso, tras de las rudas faenas, un compañero, esclavo como nosotros, leía las plegarias y los himnos santos, santos himnos que escribieron el solitario de la familia de los Sakyas y sus discípulos. Y yo oía las sentencias de Buda, pero no meditaba en el dolor, ni en la muerte, ni en la miseria de las alegrías del hombre. Meditaciones que abren al asceta las puertas de la misteriosa ciudad de Nirvana, en donde se es sin ser, y en donde se duerme el eterno sueño del aniquilamiento; lejos, muy lejos de las miserias y de las torpezas del mundo, en los dominios de la paciencia y del reposo, fuera del ingrato océano de la creación dolorosa.
Y mi corazón estaba turbado por la vanidad y mis ojos no veían la luz en el camino. Porque amaba los goces de la vida, falsos como el eco de las cavernas y como las sombras reflejadas en los ríos, y quería apurar la copa del placer, que es tan sólo receptáculo del dolor y de la liviandad.
Y el espíritu, inspirador de los deseos y de las pasiones, me infundió el entusiasmo por la aborrecible existencia.
“¿Qué necesito –pensé- para encontrar la dicha? Ser libre, la libertad basta para mi dicha”.
Y fui libre y me acosó la miseria, y viví desgraciado años y años.
Y no encontré la dicha.
“¡Oh! –pensé entonces-. ¡Qué engaño el mío! No basta la libertad para ser dichoso. Se necesita también la riqueza.
Un día me encontré dueño de una fortuna considerable, y vi satisfechos sin esfuerzos mis necesidades y mis deseos.
Y no encontré la dicha.
“¿De qué me vale la riqueza –dije después- si mis mayores ambiciones no puedo satisfacerlas? ¡Oh! Si yo fuera poderoso”.
Y fui poderoso y tuve un país bajo mi dominio, y esclavos, y elefantes gigantescos, y carros de oro, y jardines colgantes, y mujeres adornadas con piedras preciosas.
Y no encontré la dicha.
Y cuando el poderío se me hizo repulsivo, quise ser sabio, y estudié en Egipto, y en Babilonia, y en Persia, y en Caldea, y medí la distancia de los astros y calculé las alturas del sol. Y vi que en la mucha sabiduría hay mucha molestia y que quien añade ciencia añade dolor.
Y no encontré la dicha.
Y recorrí el mundo hasta las tierras del Extremo Occidente, y vi las grandes y fastuosas ciudades del Mediterráneo, cuna de los más refinados placeres.
Y no encontré la dicha.
Y resignado, volví a la Isla de Ceilán, y volví a ser paria y volví a sufrir, y esperé tranquilo la hora de la muerte, la dulce hora de perder la personalidad en el crepúsculo del pasado y de fundirme en la augusta inconsciencia, como un rayo de sol en las masas azules de los mares. 

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domingo, 28 de septiembre de 2014

LOS DOS PEONES.

(ANTHONY DE MELLO).
El Maestro explicaba a sus discípulos que alcanzarían la Iluminación el día en que consiguieran mirar sin interpretar.
Ellos quisieron saber en qué consistía mirar interpretando.
Y el Maestro lo explicó así:
Dos peones camineros católicos se hallaban trabajando justamente delante de un burdel cuando, de pronto, vieron cómo un rabino se deslizaba furtivamente en la casa.
“¿Qué vas a esperar de un rabino?”, se dijeron el uno al otro.
Al cabo de un rato, el que entró fue un pastor protestante. Ellos no se sorprendieron: “¿Qué vas a esperar…?
Entonces apareció el párroco católico, que, cubriéndose el rostro con una capa, se deslizó también en el edificio. “Es terrible, ¿no crees? Una de las chicas debe de estar muy enferma”. 

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sábado, 27 de septiembre de 2014

UN CUENTO HASÍDICO.

(ANTHONY DE MELLO)
Los judíos de una pequeña ciudad rusa esperaban ansiosos la llegada de un rabino. Se trataba de un acontecimiento poco frecuente, y por eso había dedicado mucho tiempo a preparar las preguntas que iban a hacerle.
Cuando, al fin, llegó y se reunieron con él en el ayuntamiento, el rabino pudo palpar la tensión reinante mientras todos se disponían a escuchar las respuestas que él iba a darles.
Al principio no dijo nada, sino que se limitó a mirarles fijamente a los ojos, a la vez que tarareaba insistentemente una melodía. Pronto empezó todo el mundo a tararear. Entonces el rabino se puso a cantar, y todos le imitaron. Luego comenzó a balancearse y a danzar con gestos solemnes y rítmicos, y todos hicieron lo mismo. Al cabo de un rato, estaban todos tan enfrascados en la danza y tan absortos en sus movimientos que parecían insensibles a todo lo demás; de este modo, todo el mundo quedó restablecido y curado de la fragmentación interior que nos aparta de la Verdad.
Transcurrió casi una hora hasta que la danza, cada vez más lenta, acabó cesando. Una vez liberados de su tensión interior, todos se sentaron, disfrutando de la silenciosa paz que invadía el recinto. Entonces pronunció el rabino sus únicas palabras de aquella noche: "Espero haber respondido a vuestras preguntas".

Cuando le preguntaron a un derviche por qué daba culto a Dios por medio de la danza, respondió: "Porque dar culto a Dios significa morir al propio yo. Ahora bien, la danza mata al yo; cuando el yo muere, todos los problemas mueren con él; y donde no está el yo, está el Amor, está Dios".

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El Maestro se sentó con sus discípulos en el patio de butacas y les dijo: "Todos vosotros habéis oído y pronunciado muchas oraciones. Me gustaría que esta noche vierais una".
En aquel momento se alzó el telón y comenzó el ballet. 

viernes, 26 de septiembre de 2014

LOS TRES PÁJAROS.

(ALFONSO FRANCIA)
Los tres pájaros llevaban cada uno su trocito de carne en el pico. De pronto se dan cuenta que unos cuervos les siguen. “Démonos prisa, dice uno, que nos persiguen para quitarnos la carne”. “¡Qué desconfiado eres, le dijo otro, nos siguen porque les gustamos”. “Déjalos, dice el tercero, si nos la quitan, podemos pronto conseguir más carne, así estamos tranquilos y no nos perseguirán”. Este soltó la carne y se posó en un árbol y desde allí, sereno y libre, vio cómo al que creía agradar le arrebataban la carne y después se posaba lejos, tembloroso, triste y solo. El tercero, pobrecito, a pesar de su agotamiento, no quería perder su trocito de carne y siguió volando, esperanzado, hasta que… lo acosaron, le arrebataron la carne y a él mismo lo destrozaron en pleno vuelo.

jueves, 25 de septiembre de 2014

PARÁBOLA DEL REY.

(RABINDRANATH TAGORE)
Iba yo pidiendo, de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Y yo me preguntaba, maravillado, quién sería aquel Rey de Reyes.
Mis esperanzas volaron hasta el cielo y pensé que mis días malos se habían acabado. Y me quedé aguardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo.
La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. Y de pronto, tú me tendiste tu diestra diciéndome:
- “¿Puedes darme alguna cosa?”
¡Ah, qué ocurrencia de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo! Yo estaba confuso y no sabía
qué hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di.
Pero qué sorpresa la mía cuando, al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloré de no haber tenido corazón para dárteme todo!

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miércoles, 24 de septiembre de 2014

NAVIS.

(ENRIQUE MARISCAL).
¿Por qué debería preocuparme por la posteridad si ella no ha hecho nada por mí? GROUCHO MARX.
Hace muchísimos años vivía en la montaña un hombre original y feliz que llamaba a los peces con una canción. Ellos se alojaban gustosos en su red porque sabían desde siempre que su destino consistía en nadar primero en el agua, después en el vino y por último en el aceite.
También reunía a los ciervos del bosque con un silbido penetrante y de esa manera conseguía, todas las mañanas, que el lago y el bosque le diesen las piezas justas para la alimentación de su grupo de parientes.
Danzaba al ritmo de las estaciones y agradecía la generosidad del sistema natural, que le permitía acopiar alimentos para el invierno, sin preocupaciones ni permisos de caza ni pago de impuestos.
Jamás se olvidaba de cuidar la pureza del agua y la vitalidad de cada árbol. Sabía que eran sus hermanos, sin haber leído nada sobre ecología o teología.
Los agricultores trabajaban la tierra desde el alba en el verde valle y no padecían hambre. Llegada la noche, recuperaban fuerzas sin conocer el insomnio. Contaban historias sin tiempo a pesar de que no dominaban el latín ni el griego.
Los pastores conducían su rebaño sabiendo el nombre de cada cordero y cabra, no escribían de las trivialidades diarias, ni tampoco a nadie se le ocurría leer.
Sin embargo, hacían tallas hermosas con las maderas, inscripciones y dibujos en las piedras y muñecos de nieve en invierno. Tenían buenas erecciones sin pastilla alguna y cuando dormían, dormían.
Si veían a algún congénere iracundo, se preguntaban entre ellos por qué ese vecino podía tener tanto miedo, o bien consideraban que debían incrementar sus niveles de tolerancia porque era alguien con dificultades pasajeras para evacuar su intestino. Sabían que lo único que puede cambiar una persona es su propia forma de pensar y que cada vez que uno se enoja es porque intenta hacer con ello que el otro se sienta culpable. No concebían el significado de ese estado anímico que hoy se llama “estar agobiado”.
Eran navis, “seres conectados que aspiraban hacia arriba y expelían hacia delante”. Cuando cerraban los ojos, veían.
Los ancianos conversaban con los pájaros y las plantas. No se aburrían, eran respetados y cuando morían, morían sin lamentaciones adicionales. 

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martes, 23 de septiembre de 2014

MÁS ALLÁ DEL TEXTO.

(ENRIQUE MARISCAL).
¿Estoy viendo flores caídas que retornan a la rama? ¡Es una mariposa! MORITAKE.
El maestro observó a cuatro monjes que discutían, obstinados, frente a una bandera que flameaba. Cada uno argumentó según su particular enfoque:
- Este paño es un objeto inanimado y es el viento quien lo hace ondear.
- La brisa carece de movimiento propio, por lo que es imposible que agite cualquier cosa.
- El flamear es sin duda una relación causa y efecto.
- En lo esencial, no hay bandera inquieta, sólo el viento la hace flamear…
Fue entonces cuando Huei-Neng, el patriarca fundador del budismo zen, analfabeto, al Caminar frente a ellos los serenó:
- Amigos, ni viento ni bandera, sólo veos vuestras mentes agitadas.
Sorprendidos, los jóvenes pidieron con humildad que el maestro los aceptase como sus Discípulos. 

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lunes, 22 de septiembre de 2014

MILAGROS.

(ANTHONY DE MELLO)
Un hombre recorrió medio mundo para comprobar por sí mismo la extraordinaria fama de que gozaba el Maestro.
“¿Qué milagros ha realizado tu Maestro?”, le preguntó a un discípulo.
“Bueno, verás…, hay milagros y milagros. En tu país se considera un milagro el que Dios haga la voluntad de alguien. Entre nosotros se considera un milagro el que alguien haga la voluntad de Dios”.

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domingo, 21 de septiembre de 2014

ORACIÓN.

(ANTHONY DE MELLO)
Una noche, mientras se hallaba en oración, el hermano Bruno se vio interrumpido por el croar de una rana. Pero, al ver que todos sus esfuerzos por ignorar aquel sonido resultaban inútiles, se asomó a la ventana y gritó: “¡Silencio! ¡Estoy rezando!”.
Y como el hermano Bruno era un santo, su orden fue obedecida de inmediato: todo ser viviente acalló su voz para crear un silencio que pudiera favorecer su oración.
Pero otro sonido vino entonces a perturbar a Bruno: una voz interior que decía: “Quizás a Dios le agrade tanto el croar de esa rana como el recitado de tus salmos…” ¿Qué puede haber en el croar de una rana que resulte agradable a los oídos de Dios?”, fue la displicente respuesta de Bruno. Pero la voz siguió hablando: “¿Por qué crees tú que inventó Dios el sonido?”.
Bruno decidió averiguar el porqué. Se asomó de nuevo a la ventana y ordenó: “¡Canta!” Y el rítmico croar de la rana volvió a llenar el aire, con el acompañamiento de todas las ranas del lugar. Y cuando Bruno prestó atención al sonido, éste dejó de crisparle, porque descubrió que, si dejaba de resistirse a él, el croar de las ranas servía, de hecho, para enriquecer el silencio de la noche.
Y una vez descubierto esto, el corazón de Bruno se sintió en armonía con el universo, y por primera vez en su vida comprendió lo que significaba orar. 

sábado, 20 de septiembre de 2014

DOS FILÓSOFOS.

KAHLIL GIBRAN
Hace miles de años, dos filósofos se hallaron en un cerro del Líbano, y uno de ellos le preguntó al otro: “¿A dónde vas?
Y el otro filósofo respondió: - Voy a la búsqueda de la fuente de la eterna juventud que, por lo que he leído, mana entre estos montes. He hallado unas escrituras que mencionan esa fuente, manando hacia el sol por estos rumbos. Y tú, ¿qué estás buscando?
El primer filósofo contestó: - Ando en busca del misterio de la muerte.
Después, cada uno de ellos pensó que el otro era un necio y visionario, y comenzaron a disputar enardecidos y a culparse ambos de ceguera de espíritu. En tanto los dos filósofos se insultaban, un forastero, un varón al que creían el tonto del pueblo, pasó por allí y, al escuchar que aquellos dos varones peleaban con ardor, se paró un instante a oír lo que decían.
Después, el recién llegado se aproximó a los filósofos y dijo: - Amigos, parece ser que los dos sois de la misma escuela filosófica, y que decís lo mismo, solamente que con distintas palabras. Uno busca la fuente de la eterna juventud, y el otro busca el misterio de la muerte. No obstante, si bien razonáis, ambas cosas son la misma y se encuentran dentro de vosotros mismos.
Después, el forastero se dio media vuelta, exclamando: - Adiós, varones sapientes. Y, al irse, se sonrió con indulgencia.
Los dos filósofos se miraron callados, y luego comenzaron a reírse de sí mismos. Y uno de ellos terminó: - Bueno, ¿qué opinas si, ahora, andamos juntos, para buscar juntos…?

viernes, 19 de septiembre de 2014

LAS ESTRELLAS DE LA CHARCA.

JOSÉ J. GÓMEZ PALACIOS.
Todos los que vivían en aquel oasis sabían que las estrellas que hay en el fondo de una charca son sólo reflejo de las del cielo… y en sus largas y cálidas noches, miraban las estrellas de arriba y soñaban amores imposibles con ellas. Mientras, despreciaban los reflejos que temblaban de noche en noche en el oscuro del agua.
Un buen día pasó por aquel oasis un caminante, venía desde muy lejos.
Y les habló de países donde en invierno hace frío, donde en primavera los valles se llenan de hierba, donde la palabra “hogar” tiene sentido, donde los sueños, van siempre más lejos del horizonte monótono y diario… y todos, todos, le escucharon asombrados.
También vio las estrellas de la charca, y habló de liberarlas. Fue entonces cuando los habitantes del oasis le tomaron por loco.
Pero él se pasó toda la noche con un cubo, sacando agua y estrellas casi ahogadas… Así hasta las primeras luces del nuevo día.
Cuando amaneció y dejaron de brillar las estrellas, el caminante se fue a descansar satisfecho. ¡No quedaba ni una sola estrella en la charca!
Pero los habitantes del oasis reían maliciosamente y esperaban que volviera la noche, que brillaran en el cielo las estrellas, que se reflejaran en el agua oscura… y así fue.
Al día siguiente, el caminante, avergonzado, emprendió un nuevo camino, dejando tras de sí un rastro que el viento se encargó de borrar.
Pero nadie se dio cuenta de los pequeños brotes de hierba que, días después, crecieron en el terreno que el caminante había regado sacando cubos de agua de la charca, en su intento de liberar las estrellas.
Y, aunque todo siguió igual, el desierto había perdido un poco de su aridez. 

jueves, 18 de septiembre de 2014

QUERÍA CAMBIAR SU ROSTRO.

Aquel muchacho, casi un niño, iba a la montaña con su abuelo a cuidar las ovejas. Se había criado en el monte, del que bajaba muy de tarde en tarde. Aquel era un mundo vivo que conocía palmo a palmo: los animales, las plantas, las piedras.
Desde hacía mucho tiempo, su pueblo vivía sometido a otro por conquista. Ellos eran pastores y no estaban preparados para la guerra. En la paz de las montañas nunca habían pensado en esta eventualidad. Pero ahora se encontraban en una situación humillante de la que se querían liberar. Tenían que pagar fuertes tributos en ganado y nunca podían salir de su territorio sin permiso de los invasores.
- Escucha – le dijo aquel día su abuelo mientras subían, adoptando un tono de seriedad-. Ya eres mayor y puedes participar del secreto. ¿Ves la peña en la cima? El viento y las lluvias han labrado una cara.
El abuelo apuntaba con su vara:
- Mira los ojos, la boca, la nariz, los pómulos, la noble frente. Fíjate bien. El muchacho había observado muchas veces aquel detalle cuando los buitres se posaban en su nariz gigantesca o las águilas volaban a la altura de su frente, dibujando una corona invisible. Se habían detenido un momento a descansar. La cuesta había sudar. El abuelo dijo:
- Tiene que nacer en nuestro pueblo un libertador que nos libere de nuestros enemigos. Ha de ser un hombre fuerte, valiente, generoso y muy inteligente.
- ¿Cómo sabremos quién es?
- Tenemos una señal. Será aquel cuyo rostro se parezca al de la peña.
El nieto no se perdió palabra. Vio el ansia que tenía su abuelo por que saliera pronto aquel libertador.
Mientras pastaban las ovejas, el pequeño pastor se pasaba largas horas contemplando el rostro de la peña. Deseaba con todas sus fuerzas parecerse a él.
Murió el abuelo y, al cabo de muchos años, murió también el nieto sin que se cumpliera su anhelo. Otros muchos detrás de ellos están en el monte mirando la peña. Así han pasado siglos y siglos. Más de medio millón de años.
Algunos bajan al pueblo con la pretensión de que ya se asemejan al rostro de la peña. Pero pronto se descubre su impostura. 

miércoles, 17 de septiembre de 2014

MEJOR DECIR LA VERDAD CON PARÁBOLAS.

KAHLIL GIBRAN (ADAPTACIÓN)
Era un viejo rabino judío, célebre por su sabiduría. Todos lo admiraban por su ingenio. Uno le preguntó un día por qué siempre que hablaba lo hacía con parábolas o contando alguna historia. Y le respondió con una historia, la historia de la Verdad.
La Verdad, dijo, paseaba entre los hombres, siempre sin adornos, siempre desnuda. Todos volvían su cara para no verla ni recibirla, decían que por vergüenza; pero era, sin duda, por miedo. Al verse tan rechazada, indeseada y temida, se llenó de tristeza y desánimo. Y, estando así, se encontró con la Parábola, alegre ella y vestida de muchos colores. “¿Cómo estás tan triste y desolada”, dice la Parábola a la Verdad? “Es que estoy tan vieja y tan fea – le responde la Verdad – que los hombres escapan de mí” “¡Qué tonterías! – dijo riéndose la Parábola – no es por eso por lo que te huyen. Mira, ponte estos adornos, ya verás cómo te siguen y cómo te tratan”. Efectivamente ¡las cosas le fueron de maravilla! “Es que, terminó el rabino, los hombres no quieren la verdad desnuda, sino disfrazada”.

martes, 16 de septiembre de 2014

LA DESPENSA.

(RABINDRANATH TAGORE)
“¿Quién de entre vosotros cumplirá con su deber de dar de comer al hambriento?”, preguntó Buda, nuestro Señor, a los que le seguían cuando reinaba el hambre en Shravasti.
Ratnakar, el banquero, bajó la cabeza y dijo: “No bastan mis riquezas para calmar el hambre en esta tierra”.
Jaysen, el general del ejército del rey, exclamó: “Yo daría gozoso mi vida, pues no hay comida suficiente en mi casa”.
Dharmapal, que poseía muchos acres de tierra, dijo tras un suspiro: “Esta endiablada sequía ha dejado mis campos resecos. Ni siquiera voy a poder pagar al rey mis tributos”.
Levantóse entonces Supriya, la hija del mendigo. Se inclinó ante todos y dijo humildemente: “Yo daré de comer al hambriento”.
“¿Cómo esperas cumplir lo que prometes?”, gritaron todos sorprendidos.
“Soy la más pobre de todos –dijo Supriya-, esa es mi fuerza. Mi arca y mi despensa están en vuestras casas”. 

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lunes, 15 de septiembre de 2014

LA MONEDA.

(DHUN-NUN)
A un hombre con fama de sabio le ofrecieron dinero.
El dijo: “No lo necesito, pues ya tengo una moneda”.
El otro dijo: “Eso no es nada. ¿Cuánto tiempo te puede durar?”.
El sabio contestó: “Garantízame que viviré más tiempo del que me durará esta moneda que tengo, y aceptaré tu regalo”. 

domingo, 14 de septiembre de 2014

LA CEGUERA.

Un hombre, después de atravesar un largo desierto sin probar alimento alguno, encontró al fin un árbol a cuya sombra se tumbó. Las ramas de aquel árbol estaban repletas de fruta, pero aquel hombre no se dio cuenta, pues ocupaba su tiempo en lamentarse por su mala suerte, al ver que iba a morirse de hambre. Y eso fue lo que ocurrió: entre lamentaciones y quejas, le llegó la muerte sin ver el remedio. 

sábado, 13 de septiembre de 2014

EL TALISMÁN.

Había una vez un hombre que recogió un talismán. De un lado había una escritura indescifrable, del otro la inscripción: “Talismán para transformar piedras y oro”.
Llevó el talismán a un lugar cubierto de piedras y, con la fórmula apropiada para tales operaciones, dijo: “Talismán, haz tu trabajo”. En un abrir y cerrar de ojos, el talismán se había convertido en piedra. 

viernes, 12 de septiembre de 2014

LA LIBERACIÓN.

(RAMAKRISHNA)
Un milano que tenía un pescado en su pico era perseguido por varios cuervos y otros milanos que lo acuciaban y lo picoteaban, para que soltara su presa. En cualquier dirección que iba, la bandada de milanos y cuervos lo seguían. Cansado de tanta persecución, dejó caer el pescado, que fue agarrado por otro milano, el cual a su vez fue perseguido por los demás milanos y cuervos. El primer milano se vio así libre de molestias y se posó tranquilo sobre la rama de un árbol.

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jueves, 11 de septiembre de 2014

LA PESCA.

Un hombre rico veraneaba en un pueblo de pescadores. Cada mañana, solía pasear por la playa, y siempre veía a un pescador dormitando en su barca. Un día se le acercó y, tras los saludos de rigor, le dijo:
- Y usted, ¿no sale a pescar?
- Bueno, sí, -repuso el pescador- salí esta mañana temprano, y no se dio mal.
- Y, ¿no va a salir otra vez?
- ¿Para qué? Ya pesqué lo suficiente para hoy.
- Pero si usted pescara más, conseguiría más dinero, ¿no?
- ¿Y para qué quiero más dinero, señor?
- Bueno, con más dinero podría usted tener un barco más grande.
- ¿Y para qué quiero un barco más grande?
- Pues está claro… Con un barco mayor usted conseguiría más pesca, y más pesca significa más dinero.
- ¿Y para qué tanto dinero?
- Pero… ¿no lo entiende usted? Con más dinero podría comprar varios barcos, y entonces pescaría mucho más, y se podría hacer rico.
- Pero… ¿para qué quiero ser rico?
- Pero… ¿acaso no desea ser rico? Podría usted comprarse una casa bonita, tener un coche, viajar, tener toda clase de comodidades…
- ¿Y para qué quiero yo esas comodidades?
- Pero…, ¿cómo es posible?... Si usted tuviera comodidades y riquezas, entonces podría usted retirarse a disfrutar y descansar.
- Pero caballero…, ¿no ve usted que eso es justo lo que estoy haciendo ahora? 

miércoles, 10 de septiembre de 2014

EL HAMBRE.

Una noche, dos mercaderes de joyas llegaron casi al mismo tiempo a un refugio de caravanas en el desierto. Cada uno de ellos era absolutamente consciente de la presencia del otro y, mientras descargaban sus respectivos camellos, uno de ellos no pudo resistir la tentación de dejar caer al suelo, como por accidente, una hermosa perla, la cual fue rodando hacia el otro, que con afectada cortesía la recogió y se la devolvió a su dueño diciendo: “¡Hermosa perla la suya, sí señor! Grande y brillante como pocas…”.
“Muy amable de su parte”, dijo el otro. “Pero, de hecho, es una de las gemas más pequeñas de mi colección”.
Un beduino que estaba sentado junto al fuego y había observado la escena se levantó e invitó a ambos a cenar con él. Y cuando empezaron a comer, les contó la siguiente historia: “También yo, queridos amigos, fui en otro tiempo joyero como ustedes. Un día me sorprendió en el desierto una gran tormenta que nos arrastró a mí y a mi caravana de aquí para allá, hasta que, perdido todo contacto con los demás, quedé totalmente aislado y sin saber dónde estaba. Pasaron los días, y me entró verdadero pánico cuando caí en la cuenta de que estaba dando vueltas en círculo, sin saber en absoluto dónde me encontraba ni en que dirección debía caminar. Entonces, prácticamente muerto de hambre, eché al suelo toda la carga que llevaba mi camello y me puse a rebuscar en ella por enésima vez. ¡Imaginen la emoción que sentí cuando di con una bolsa que hasta entonces no había visto! Con dedos temblorosos, la abrí, esperando encontrar algo que comer. E imaginen también mi desilusión cuando descubrí que lo único que contenía eran perlas”. 

martes, 9 de septiembre de 2014

EL DIAMANTE.

Un hombre y su esposa renunciaron al mundo, y emprendieron juntos una peregrinación a varios lugares sagrados. Un día, mientras iban por un sendero, el esposo, que se había adelantado algo a su compañera, vio un trozo de diamante en el suelo. Inmediatamente trató de ocultarlo tapándolo con tierra, porque pensó que si su esposa llegaba a verlo, quizá podría despertarse en ella la codicia y perdería de ese modo el mérito del renunciamiento. La esposa, al ver al marido removiendo la tierra, le preguntó qué estaba haciendo. Él le dio una respuesta evasiva. Ella, sin embargo, descubrió el diamante y leyendo el pensamiento de su esposo, le dijo: “¿por qué has abandonado el mundo, si todavía haces distinción entre el diamante y el polvo?”. 

lunes, 8 de septiembre de 2014

EL VUELO.

(RICHARD BACH)
La mayoría de las gaviotas sólo se molestan en aprender las normas de vuelo más elementales como ir y volver de la playa a donde está la comida. Para la mayoría de las gaviotas no es volar lo que importa, sino comer. Para Juan Salvador Gaviota, sin embargo, no era comer lo que importaba, sino volar. Más que nada en el mundo, lo que amaba era volar.
Este modo de pensar descubrió que no era la manera de hacerse popular entre los demás pájaros. Hasta sus padres se desilusionaron al ver a Juan pasarse días enteros, solo, haciendo cientos de planeos a baja altura, experimentando.
- Mira, Juan –dijo su padre con cierta ternura- si quieres estudiar, estudia sobre la
comida y como conseguirla. Esto de volar es muy bonito, pero no puedes comerte un planeo, ¿sabes? No olvides que la razón de volar es comer.
…Y así, fue Juan la primera gaviota de este mundo en realizar acrobacias aéreas.
Cuando Juan Salvador Gaviota volvió a la bandada, era de noche. Estaba mareado y rendido. “Cuando sepan –pensó- lo del descubrimiento, se pondrán como locos de alegría. ¡Cuánto mayor sentido tiene ahora la vida! En lugar de nuestro lento y pesado ir y venir a los pesqueros. ¡Hay una razón para vivir! Podemos alzarnos sobre nuestra ignorancia, podemos descubrirnos como criaturas de perfección, inteligencia y habilidad.
¡Podemos ser libres! ¡Podemos aprender a volar!”. 

domingo, 7 de septiembre de 2014

LA DECISIÓN.

Un labrador plantó grosellas. En cuanto abultó el fruto, sus hijos le pidieron que les diera unas cuantas, pero el hombre se negó, diciendo que todavía estaban verdes. Ya maduras, volvieron los chiquillos a pedirlas para postre, pero el hombre había resuelto guardarlas para hacer mermelada, y cuando llegó la ocasión de cosecharlas, quiso antes el labrador concluir una labor que tenía entre manos, por lo que no pudo hacer la mermelada a su debido tiempo. Cuando se resolvió a ello, ya los ardores del sol, el picoteo de los pájaros y una brusca tempestad habían devastado el fruto. 

sábado, 6 de septiembre de 2014

EL REGALO.

Cuenta una leyenda oriental, que un poderoso genio prometió un valiosísimo regalo a una hermosa doncella si atravesaba un trigal y, sin detenerse ni retroceder ni ladearse, lograba arrancar la mayor y más madura espiga, siendo la recompensa proporcionada al tamaño y lozanía de la que arrancase. Atravesó la muchacha el trigal, viendo a su paso muchas espigas que invitaban a la siega, pero siguió adelante con la esperanza de encontrar una mejor, hasta que llegó a la linde opuesta del trigal sin haber arrancado ninguna. 

viernes, 5 de septiembre de 2014

LA PACIENCIA.

(MICHAEL ENDE)
Beppo, el barrendero, parecía ser la persona más feliz del barrio. Siempre estaba contento y de buen humor, dispuesto a ayudar a los demás, a pesar de la dureza y la monotonía de su trabajo. Cada vez más, sus vecinos acudían a él para pedirle consejo y para solicitar ayuda en sus problemas. Cuando la gente le preguntaba por el secreto de su felicidad, siempre les respondía lo mismo:
“A veces se tiene ante sí una calle larguísima. Se cree uno que es tan terriblemente larga, que nunca podrá acabarla.
Y entonces se empieza uno a dar prisa. Y cada vez se da más prisa. Cada vez que se levanta la vista, se ve que la calle no se hace más corta. Y se esfuerza más todavía, se empieza a tener miedo, y al final se está sin aliento, y la calle sigue estando sin barrer delante de ti. Así no se debe hacer.
Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez. Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente. Nunca nada más que en el siguiente. Entonces es divertido. Eso es importante, porque entonces se hace la tarea, y de repente se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta de cómo ha sido, y no se está sin aliento”. 

jueves, 4 de septiembre de 2014

EL TIEMPO.

Durante un paseo en coche por el campo, una mujer se asombra al ver a un hombre en una escalera apoyada contra un manzano y con una cabra en brazos. El animal se está comiendo tranquilamente las manzanas. La mujer, intrigada, acerca el coche, se apea y pregunta al hombre:
- ¿Qué hace usted ahí?
- Alimento a mi cabra, claro.
- Pero, ¿no cree que así va a tardar mucho tiempo?
- ¿Y a la cabra qué le importa el tiempo? 

miércoles, 3 de septiembre de 2014

LAS RANAS.

Dos ranas fueron a caer por accidente en un cubo que contenía leche. Como no podían salir de aquel recipiente, lo único que les cabía hacer era nadar y nadar sin descanso, pues se hundirían en cuanto dejaran de hacerlo.
Después de un largo rato, una de las ranas le dijo a la otra que no podía nadar más, pero su compañera la animó, y continuaron nadando las dos, hasta que la primera, al límite de su resistencia, dejó de nadar y se hundió. La otra rana, sin embargo, siguió en su esfuerzo, hasta que toda la leche, batida por los movimientos de la rana, se convirtió en mantequilla.
Al olor de la mantequilla acudió un enjambre de moscas, y la rana vio recompensado su esfuerzo pegándose un gran festín. 

martes, 2 de septiembre de 2014

EL POZO.

Un hombre comenzó a cavar un pozo y llegó hasta una profundidad de veinte codos, pero no halló ningún vestigio de agua. Entonces, abandonó el lugar y eligió otro sitio para hacer el pozo. Cavó allí aún más hondo, pero tampoco encontró agua. Eligió un tercer lugar y cavó todavía más hondo, pero fue en vano. Tampoco halló agua. Al final, completamente disgustado, abandonó su tarea. En conjunto, la profundidad de los tres pozos era casi de cien codos. Si hubiese tenido la paciencia de dedicar aunque fuera la mitad de su labor al primer pozo, en vez de cambiar de un lugar a otro, seguramente habría encontrado agua. 
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lunes, 1 de septiembre de 2014

LAS GAVIOTAS.

Un hombre acostumbraba a bañarse cada mañana en el mar, en una parte de la costa poblada por numerosas gaviotas, que se le posaban en la cabeza y las manos durante su baño, confiadas de aquel hombre que había llegado a ser su amigo.
Un día, un vecino de aquel hombre, sabedor de su amistad con las gaviotas, le pidió que cogiera unas cuantas para que pudiera venderlas en el mercado. Y sucedió que al día siguiente, cuando fue a tomar su baño, ¡oh, casualidad!, ninguna gaviota vino a su encuentro.