Un hombre y su esposa renunciaron al mundo, y emprendieron juntos una
peregrinación a varios lugares sagrados. Un día, mientras iban por un
sendero, el esposo, que se había adelantado algo a su compañera, vio un
trozo de diamante en el suelo. Inmediatamente trató de ocultarlo
tapándolo con tierra, porque pensó que si su esposa llegaba a verlo,
quizá podría despertarse en ella la codicia y perdería de ese modo el
mérito del renunciamiento. La esposa, al ver al marido removiendo la
tierra, le preguntó qué estaba haciendo. Él le dio una respuesta
evasiva. Ella, sin embargo, descubrió el diamante y leyendo el
pensamiento de su esposo, le dijo: “¿por qué has abandonado el mundo, si
todavía haces distinción entre el diamante y el polvo?”.
¡Qué vcerdad tan grande es esa de que somos personas de este mundo! Qué pronto se nos conoce a los que somos así, cegados por el éxito y vivimos preocupados solo por nosotros mismos.
ResponderEliminarAbandonémonos en las manos de Dios y que sea El quien dirija nuestra vida.