(ALFONSO FRANCIA)
Los tres pájaros llevaban cada uno su trocito de carne en el pico. De pronto se dan cuenta que unos cuervos les siguen. “Démonos prisa, dice uno, que nos persiguen para quitarnos la carne”. “¡Qué desconfiado eres, le dijo otro, nos siguen porque les gustamos”. “Déjalos, dice el tercero, si nos la quitan, podemos pronto conseguir más carne, así estamos tranquilos y no nos perseguirán”. Este soltó la carne y se posó en un árbol y desde allí, sereno y libre, vio cómo al que creía agradar le arrebataban la carne y después se posaba lejos, tembloroso, triste y solo. El tercero, pobrecito, a pesar de su agotamiento, no quería perder su trocito de carne y siguió volando, esperanzado, hasta que… lo acosaron, le arrebataron la carne y a él mismo lo destrozaron en pleno vuelo.
Los tres pájaros llevaban cada uno su trocito de carne en el pico. De pronto se dan cuenta que unos cuervos les siguen. “Démonos prisa, dice uno, que nos persiguen para quitarnos la carne”. “¡Qué desconfiado eres, le dijo otro, nos siguen porque les gustamos”. “Déjalos, dice el tercero, si nos la quitan, podemos pronto conseguir más carne, así estamos tranquilos y no nos perseguirán”. Este soltó la carne y se posó en un árbol y desde allí, sereno y libre, vio cómo al que creía agradar le arrebataban la carne y después se posaba lejos, tembloroso, triste y solo. El tercero, pobrecito, a pesar de su agotamiento, no quería perder su trocito de carne y siguió volando, esperanzado, hasta que… lo acosaron, le arrebataron la carne y a él mismo lo destrozaron en pleno vuelo.
Está bien.
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