Un tren cruzaba a gran velocidad un valle
rodeado de suaves colinas. Era el momento de la puesta de sol, y el
espectáculo era realmente impresionante: las nubes se teñían de variados
colores, las masas de pinos que trepaban por las colinas se recortaban
contra el cielo, las colinas adquirían matices violáceos, bandadas de
pájaros cruzaban el cielo… Dentro del tren estaban poniendo una película
de vídeo, y absolutamente todos los pasajeros la contemplaban
hechizados… excepto uno, que, con la cabeza vuelta hacia el cristal de
la ventana, permanecía absorto en la visión de aquel paisaje.
(La felicidad no es una meta a la que hay que llegar, sino una forma de viajar).
(La felicidad no es una meta a la que hay que llegar, sino una forma de viajar).
Vivimos la vida obsesionados por cosas que nos producen un placer momentáneo, pero que a la larga lo que nos causan es frustración. Las borracheras, las comilonas, horas en el sofá viendo la tele, con el móvil, etc, a la larga nos hacen perezosos y, además, caer en la depresión porque nos damos cuenta que hemos estado malgastando nuestra vida.
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