(CUENTO DE LA ISLA DE ZANZÍBAR)
Una mujer se acercó a la fuente: un pequeño y limpio espejo entre los árboles del bosque.
Mientras sumergía el ánfora para pozar el agua, descubrió en el agua un grueso fruto rosado, tan hermoso que parecía decir:
“¡Tómame!”.
Alargó el brazo para cogerlo, pero aquél desapareció, y apareció sólo cuando la mujer retiró la mano del agua.
Así por dos o tres veces.
Entonces la mujer se puso a sacar agua para agotar la fuente. Trabajó mucho, sin quitar la vista al fruto misterioso; pero cuando sacó toda el agua, se dio cuenta de que el fruto ya no estaba.
Desilusionada por aquel encantamiento, estaba por marcharse, cuando oyó una voz entre los árboles (era un pájaro sabio):
“¿Por qué buscas abajo? El fruto está allá arriba…”
La mujer levantó los ojos y, colgado a una rama sobre la fuente, descubrió el fruto, del cual había visto en el agua sólo el reflejo.
¿No nos sucede un poco así a todos nosotros, cuando buscamos en tierra, o incluso en el pozo, aquel bien que está en lo alto?
Una mujer se acercó a la fuente: un pequeño y limpio espejo entre los árboles del bosque.
Mientras sumergía el ánfora para pozar el agua, descubrió en el agua un grueso fruto rosado, tan hermoso que parecía decir:
“¡Tómame!”.
Alargó el brazo para cogerlo, pero aquél desapareció, y apareció sólo cuando la mujer retiró la mano del agua.
Así por dos o tres veces.
Entonces la mujer se puso a sacar agua para agotar la fuente. Trabajó mucho, sin quitar la vista al fruto misterioso; pero cuando sacó toda el agua, se dio cuenta de que el fruto ya no estaba.
Desilusionada por aquel encantamiento, estaba por marcharse, cuando oyó una voz entre los árboles (era un pájaro sabio):
“¿Por qué buscas abajo? El fruto está allá arriba…”
La mujer levantó los ojos y, colgado a una rama sobre la fuente, descubrió el fruto, del cual había visto en el agua sólo el reflejo.
¿No nos sucede un poco así a todos nosotros, cuando buscamos en tierra, o incluso en el pozo, aquel bien que está en lo alto?
Me imagino que se refiere a Dios, y, si es así, yo me atrevetría a decir que, como Dios es amor y, más que arriba, le tenemos mucho más cerca, está en el interior de nuestro corazón, si es un corazón que se entrega a los demás.
ResponderEliminar