Las casetas de la feria, llenas de atracciones originales, se habían
colocado en la explanada que hay en las afueras de la ciudad. Las
múltiples atracciones hacían las delicias de pequeños y grandes,
alegrando sus vidas grises con luces de color, y miles de sonidos que
brotaban por doquier llenándolo todo.
Un niño de color y pelo ensortijado también había acudido al recinto. Tras haberlo visto todo, con ojos nuevos, contemplaba extasiado al vendedor de globos de la feria, el cual era un excelente vendedor. En un determinado momento, soltó un globo rojo, que se elevó por los aires, atrayendo a una multitud de posibles jóvenes clientes.
Luego soltó un globo azul, después uno amarillo, a continuación un globo blanco… Todos ellos remontaron el vuelo hacia el cielo hasta que desaparecieron. El niño negro, sin embargo, no dejaba de mirar un globo negro que el vendedor no soltaba en ningún momento. Finalmente, le preguntó:
“Señor, si soltara usted el globo negro, ¿subiría tan alto como los demás?”.
El vendedor sonrió comprensivamente al niño, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro y, mientras éste se elevaba hacia lo alto, le dijo:
“No es el color lo que les hace ascender, hijo. Es lo que hay dentro”.
Un niño de color y pelo ensortijado también había acudido al recinto. Tras haberlo visto todo, con ojos nuevos, contemplaba extasiado al vendedor de globos de la feria, el cual era un excelente vendedor. En un determinado momento, soltó un globo rojo, que se elevó por los aires, atrayendo a una multitud de posibles jóvenes clientes.
Luego soltó un globo azul, después uno amarillo, a continuación un globo blanco… Todos ellos remontaron el vuelo hacia el cielo hasta que desaparecieron. El niño negro, sin embargo, no dejaba de mirar un globo negro que el vendedor no soltaba en ningún momento. Finalmente, le preguntó:
“Señor, si soltara usted el globo negro, ¿subiría tan alto como los demás?”.
El vendedor sonrió comprensivamente al niño, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro y, mientras éste se elevaba hacia lo alto, le dijo:
“No es el color lo que les hace ascender, hijo. Es lo que hay dentro”.
Lo mismo pasa en las personas, su valor no se mide por lo que poseen: lo que tienen por fuera, sino por lo que valen, lo que tienen por dentro.
ResponderEliminarLa felicidad solo la alcanzaremos si nos sentimos bien por dentro; y esto no se consigue con las cosas materiales, es con el amor.