miércoles, 4 de febrero de 2015

LA SABIDURÍA DE UNA ANCIANA.

(MARTÍN DESCALZO)
Existió un cura que estaba harto de una beata que todos los días venía a contarle las revelaciones que Dios personalmente le hacía.
Semana tras semana, la buena señora entraba en comunicación directa con el cielo y recibía mensaje tras mensaje.
El cura, queriendo desenmascarar de una vez lo que de superchería había en tales comunicaciones, dijo a la mujer: “Mira, la próxima vez que veas a Dios dile que, para que yo me convenza de que el Él quien te habla, te diga cuáles son mis pecados, esos que sólo yo conozco”.
Con esto, pensó el cura, la mujer se callará para siempre y dejará de molestarme con esas historias.
Pero a los pocos días regresó la beata.
“¿Hablaste con Dios?”
“Sí.”
“¿Y te dijo mis pecados?”
“Me dijo que no me los podía decir porque los ha olvidado.”
Al oír esto, el cura no supo si las apariciones aquellas eran verdaderas. Pero supo que la teología de aquella mujer era buena y profunda: porque la verdad es que Dios no sólo perdona los pecados de las personas sino que, una vez perdonados, los olvida. Esta es la misericordia de Dios que tan bien conocía aquella anciana. 

1 comentario:

  1. El sentimiento más ruin, el rencor. Dios no se ofende por las humillaciones que le hacemos, aun siendo muy graves, siempre que haya después un arrepentimiento sincero.

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