(AL-QUSCIAN)
Una joven muchacha enfermó de la viruela pocos días antes de casarse con un chico bueno y amable que vivía en la ciudad. La viruela le dejó señalada toda la cara y ella se entristeció grandemente, pensando que ya no agradaría a su marido nunca.
El joven, enterado de lo que sucedía, antes de ver a su prometida, le mandó un recado diciéndole:
-“Me duelen mucho los ojos y veo todo borroso”.
Y unos días más tarde le envió otro recado en que le decía:
-“Estoy ciego”.
Se celebró la boda y vivieron juntos en paz y armonía muchos años.
Cuando, después de veinte años de matrimonio, ella murió, el marido abrió los ojos y comenzó a ver con toda normalidad. Cuando sus vecinos le pidieron explicaciones de aquella curación tan extraña, él respondió:
-“No era ciego, pero fingí serlo para que mi mujer no se entristeciese, pensando que yo la veía desfigurada por la viruela”.
Una joven muchacha enfermó de la viruela pocos días antes de casarse con un chico bueno y amable que vivía en la ciudad. La viruela le dejó señalada toda la cara y ella se entristeció grandemente, pensando que ya no agradaría a su marido nunca.
El joven, enterado de lo que sucedía, antes de ver a su prometida, le mandó un recado diciéndole:
-“Me duelen mucho los ojos y veo todo borroso”.
Y unos días más tarde le envió otro recado en que le decía:
-“Estoy ciego”.
Se celebró la boda y vivieron juntos en paz y armonía muchos años.
Cuando, después de veinte años de matrimonio, ella murió, el marido abrió los ojos y comenzó a ver con toda normalidad. Cuando sus vecinos le pidieron explicaciones de aquella curación tan extraña, él respondió:
-“No era ciego, pero fingí serlo para que mi mujer no se entristeciese, pensando que yo la veía desfigurada por la viruela”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario