(SALTYKOV SHEDRIN)
Una vez, a un cordero le sucedió un gran desastre. Mientras dormía, tuvo un sueño… Que fuera un sueño el cordero no lo podía comprender: sólo comprendía que este sueño hacía referencia a su vida, y por este motivo se sentía triste e inquieto. El redil era siempre el mismo, también el alimento; la misma grey de ovejas, pero él parecía no preocuparse en absoluto. Andaba por el redil como perdido, balando:
-“¡ Ovejas, eh ovejas!, he tenido un sueño muy extraño que hablaba de nuestra vida…”.
Pero las ovejas no sentían ninguna simpatía por sus preocupaciones, y hasta se le burlaban llamándolo “filósofo”, que en el lenguaje ovejuno equivale al peor insulto.
Desde aquel momento los sueños no lo abandonaron más; y sin embargo, despierto no le era posible reconstruir aquello que había soñado.
Recordaba una serie de visiones que desfilaban ante sus ojos procurándole sensaciones deliciosas, pero al despertar las imágenes se desvanecían, y él volvía a sentirse un cordero común, con la diferencia de que antes desempeñaba su función de cordero alegremente, mientras que ahora vagaba como un tonto, buscando quién sabe qué cosa…
El cordero había intuido que el mundo no termina con los muros de un redil; había entrevisto la luz, el espacio, la libertad, pero no llegaba a comprender qué cosa es la luz, el espacio, la libertad.
A medida que continuaban los sueños, el cordero se volvía cada vez más inquieto. No encontraba ni piedad, ni simpatía a su alrededor. Día tras día empezó a adelgazar; dormía cada vez más, y después de un sueño a otro no se despertó más. Los pastores hablaban entre sí de aquel extraño cordero, ya muerto, afortunadamente.
-Antes era un cordero como todos los demás, y después de un golpe, ¡es como si se hubiese vuelto loco! Nikita, tú eres pastor desde hace cincuenta ñaos, ¿qué crees que le haya sucedido?”
-Seguramente habrá visto en sueños cómo es la vida de un cordero “libre”, respondió NIkita. Nos sucede alguna vez también a nosotros los hombres.”
-Es mejor permanecer como un cordero estúpido, como los otros, ¿no? Entonces no le faltará nada: Tendrás hierba, heno, un lugar en el redil y las ovejas serán amigas… ¿Digo bien, Nikita?”
-“Dices bien Iván.”
… (Pero de vez en cuando hay un cordero que prefiere morir…)
Una vez, a un cordero le sucedió un gran desastre. Mientras dormía, tuvo un sueño… Que fuera un sueño el cordero no lo podía comprender: sólo comprendía que este sueño hacía referencia a su vida, y por este motivo se sentía triste e inquieto. El redil era siempre el mismo, también el alimento; la misma grey de ovejas, pero él parecía no preocuparse en absoluto. Andaba por el redil como perdido, balando:
-“¡ Ovejas, eh ovejas!, he tenido un sueño muy extraño que hablaba de nuestra vida…”.
Pero las ovejas no sentían ninguna simpatía por sus preocupaciones, y hasta se le burlaban llamándolo “filósofo”, que en el lenguaje ovejuno equivale al peor insulto.
Desde aquel momento los sueños no lo abandonaron más; y sin embargo, despierto no le era posible reconstruir aquello que había soñado.
Recordaba una serie de visiones que desfilaban ante sus ojos procurándole sensaciones deliciosas, pero al despertar las imágenes se desvanecían, y él volvía a sentirse un cordero común, con la diferencia de que antes desempeñaba su función de cordero alegremente, mientras que ahora vagaba como un tonto, buscando quién sabe qué cosa…
El cordero había intuido que el mundo no termina con los muros de un redil; había entrevisto la luz, el espacio, la libertad, pero no llegaba a comprender qué cosa es la luz, el espacio, la libertad.
A medida que continuaban los sueños, el cordero se volvía cada vez más inquieto. No encontraba ni piedad, ni simpatía a su alrededor. Día tras día empezó a adelgazar; dormía cada vez más, y después de un sueño a otro no se despertó más. Los pastores hablaban entre sí de aquel extraño cordero, ya muerto, afortunadamente.
-Antes era un cordero como todos los demás, y después de un golpe, ¡es como si se hubiese vuelto loco! Nikita, tú eres pastor desde hace cincuenta ñaos, ¿qué crees que le haya sucedido?”
-Seguramente habrá visto en sueños cómo es la vida de un cordero “libre”, respondió NIkita. Nos sucede alguna vez también a nosotros los hombres.”
-Es mejor permanecer como un cordero estúpido, como los otros, ¿no? Entonces no le faltará nada: Tendrás hierba, heno, un lugar en el redil y las ovejas serán amigas… ¿Digo bien, Nikita?”
-“Dices bien Iván.”
… (Pero de vez en cuando hay un cordero que prefiere morir…)
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