(TRADICIONAL JUDÍO)
Un zapatero remendón acudió al rabino Isaac y le dijo:
“No sé qué hacer con mi oración de la mañana. Mis clientes son personas pobres que no tienen más que un par de zapatos. Yo se los recojo a última hora del día, cuando regresan del trabajo, y me paso la noche trabajando; al amanecer, aún me queda trabajo por hacer si quiero que todos ellos los tengan listos para ir a trabajar. Y mi pregunta es: ¿Qué debe hacer con mi oración de la mañana?...
“¿Qué has venido haciendo hasta ahora?, preguntó el rabino.
“Unas veces hago la oración a todo correr y vuelvo enseguida a mi trabajo, pero eso me hace sentirme mal. Otras veces dejo que se me pase la hora de la oración, y también entonces tengo la sensación de haber faltado; y de vez en cuando, al levantar el martillo para golpear un zapato, casi puedo escuchar cómo mi corazón suspira: ¡Qué desgraciado soy, pues no soy capaz de hacer mi oración de la mañana…!”
Le respondió el rabino:
“Si yo fuera Dios, apreciaría más ese suspiro que la oración”.
Un zapatero remendón acudió al rabino Isaac y le dijo:
“No sé qué hacer con mi oración de la mañana. Mis clientes son personas pobres que no tienen más que un par de zapatos. Yo se los recojo a última hora del día, cuando regresan del trabajo, y me paso la noche trabajando; al amanecer, aún me queda trabajo por hacer si quiero que todos ellos los tengan listos para ir a trabajar. Y mi pregunta es: ¿Qué debe hacer con mi oración de la mañana?...
“¿Qué has venido haciendo hasta ahora?, preguntó el rabino.
“Unas veces hago la oración a todo correr y vuelvo enseguida a mi trabajo, pero eso me hace sentirme mal. Otras veces dejo que se me pase la hora de la oración, y también entonces tengo la sensación de haber faltado; y de vez en cuando, al levantar el martillo para golpear un zapato, casi puedo escuchar cómo mi corazón suspira: ¡Qué desgraciado soy, pues no soy capaz de hacer mi oración de la mañana…!”
Le respondió el rabino:
“Si yo fuera Dios, apreciaría más ese suspiro que la oración”.
MARAVILLOSO Díos está en nuestro corazón y en cada suspiro que bella aneptota
ResponderEliminarEl deber es un Dios que no acepta ateos"....Víctor Hugo.
ResponderEliminarSí habría que añadir, que depende a quién dedicamos ese deber. Si es solo por nosotros, es que somos interesados y no creo que eso sea del agrado de Dios. Pero cuando dedicamos una parte de nuestro tiempo a los demás, eso dice mucho de nosotros y seguro que agrada a Dios.