(ANÓNIMO)
Una chica americana escribió una de las más bellas poesías de amor de los últimos tiempos. La tituló: “Lo que no hiciste”.
¿Te acuerdas del día en que te pedí prestado el coche nuevo y lo dejé hecho un acordeón? Pensé que me matarías, pero no me dijiste una palabra.
¿Te acuerdas del día en que te hice ir casi a rastras conmigo hasta la playa y tú decías que iba a llover, y llovió? Pensé que ibas a decir: “¡Te lo había dicho!”, pero no lo dijiste.
¿Recuerdas aquella vez en que yo coqueteaba con todos para darte celos, y tú te pusiste celoso? Creí que ibas a dejarme, pero no lo hiciste.
¿Te acuerdas cuando se me cayó la tarta de fresas sobre la tapicería nueva de tu coche? Temí que ibas a gritarme: “¡Idiota! ¡Inútil!, pero no lo hiciste.
¿Y te acuerdas de aquel día en que me olvidé decirte que la fiesta era en traje de etiqueta y tú te presentaste con vaqueros? Temí que ibas a ponerme de vuelta y media, pero no lo hiciste.
Sí, hay tantas cosas que no hiciste. Pero tenías paciencia conmigo, y me querías y estabas siempre de mi parte. Había tantas cosas de las que quería pedirte perdón cuando volvieras de Afganistán. Pero tú no volviste.
Una chica americana escribió una de las más bellas poesías de amor de los últimos tiempos. La tituló: “Lo que no hiciste”.
¿Te acuerdas del día en que te pedí prestado el coche nuevo y lo dejé hecho un acordeón? Pensé que me matarías, pero no me dijiste una palabra.
¿Te acuerdas del día en que te hice ir casi a rastras conmigo hasta la playa y tú decías que iba a llover, y llovió? Pensé que ibas a decir: “¡Te lo había dicho!”, pero no lo dijiste.
¿Recuerdas aquella vez en que yo coqueteaba con todos para darte celos, y tú te pusiste celoso? Creí que ibas a dejarme, pero no lo hiciste.
¿Te acuerdas cuando se me cayó la tarta de fresas sobre la tapicería nueva de tu coche? Temí que ibas a gritarme: “¡Idiota! ¡Inútil!, pero no lo hiciste.
¿Y te acuerdas de aquel día en que me olvidé decirte que la fiesta era en traje de etiqueta y tú te presentaste con vaqueros? Temí que ibas a ponerme de vuelta y media, pero no lo hiciste.
Sí, hay tantas cosas que no hiciste. Pero tenías paciencia conmigo, y me querías y estabas siempre de mi parte. Había tantas cosas de las que quería pedirte perdón cuando volvieras de Afganistán. Pero tú no volviste.
Lo dijo Sta. Teresa, no yo, «La paciencia todo lo alcanza». Y también dijo: «No hay amor fino sin la paciencia» ¡Qué mujer esta!
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