(ANTHONY DE MELLO)
Le intrigaba a la comunidad judía de aquella ciudad el que su rabino desapareciera todas las semanas la víspera del sábado. Todos le consideraban un buen judío y presentían que el sábado no realizaría ningún trabajo, tal como estaba mandado por la religión judía, sino que se dedicaría a la oración y la contemplación de Dios.
Sospechando que el rabino se encontraba en secreto con Yavé, encargaron a uno de sus miembros que le siguiera y fuera testigo de sus encuentros con Dios… así podrían considerarle como un santo.
Y el “espía” comprobó que el rabino, llegado el sábado, se disfrazaba de campesino y atendía a una mujer pagana paralítica, limpiando su cabaña y preparando para ella la comida del sábado.
Cuando el “espía” regresó, la comunidad judía le preguntó:
“¿Adonde ha ido el rabino? ¿Le has visto ascender al cielo?”.
“No”, respondió el otro, “ha subido aún más arriba…”
Le intrigaba a la comunidad judía de aquella ciudad el que su rabino desapareciera todas las semanas la víspera del sábado. Todos le consideraban un buen judío y presentían que el sábado no realizaría ningún trabajo, tal como estaba mandado por la religión judía, sino que se dedicaría a la oración y la contemplación de Dios.
Sospechando que el rabino se encontraba en secreto con Yavé, encargaron a uno de sus miembros que le siguiera y fuera testigo de sus encuentros con Dios… así podrían considerarle como un santo.
Y el “espía” comprobó que el rabino, llegado el sábado, se disfrazaba de campesino y atendía a una mujer pagana paralítica, limpiando su cabaña y preparando para ella la comida del sábado.
Cuando el “espía” regresó, la comunidad judía le preguntó:
“¿Adonde ha ido el rabino? ¿Le has visto ascender al cielo?”.
“No”, respondió el otro, “ha subido aún más arriba…”
«El que no vive para servir, no sirve para vivir». Está bien orar, pero si queremos encontrar a Dios, lo hallaremos antes ayudando al que nos necesita.
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