CUENTO ZEN.
En cierta ocasión, un brahman celoso fue a ver a un sabio y, lleno de ira y resentimiento, comenzó a llenarle de improperios y a insultarle duramente.
El sabio lo escuchaba pacientemente, sin alterarse ni responder a los reiterados insultos que el brahman le dirigía.
Después de un buen rato el hombre se cansó de sus ataques verbales y se calló.
Entonces el sabio le preguntó:
— ¿Has terminado ya?
— ¡Sí! –respondió el hombre.
— ¿Recibes visitas en tu casa? –le preguntó el sabio.
— Sí, a menudo –contestó el hombre intrigado.
— Y, ¿le ofreces a tus visitantes comida y bebida? –indagó el sabio.
— ¡Desde luego! Esa es la costumbre –contestó el brahman.
— Y si la visita no las quiere, ¿qué haces?
— No me importa. La como y la bebo yo mismo –dijo el brahman.
Entonces el sabio le dijo al brahman:
— Eso mismo puedes hacer con tus críticas. Has sido muy amable al invitarme a tus críticas, pero yo no las quiero. No quiero compartirlas contigo, así que cógelas y cómetelas tú solo.
El brahman, avergonzado, no supo qué decir.
La soberbia es la raíz de todos los males.
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