jueves, 30 de abril de 2015

EL ÁRABE HAMBRIENTO.

JUAN E. HARTZENBUSCH.

Perdido en un desierto
un árabe infeliz, ya medio muerto,
de sed, hambre y fatiga,
se encontró un envoltorio de vejiga.
Lo levantó, le sorprendió el sonido,
y dijo de placer estremecido:
-Ostras deben de ser. -Mas al verterlas,
-!ay¡, exclamó, son perlas.
En ciertas ocasiones
no le valen al rico sus millones. 

 Resultado de imagen de comercio de perlas

miércoles, 29 de abril de 2015

LA NAVAJA.

LEONARDO DA VINCI.

Un día la navaja, saliendo del mango que le servía de funda, se puso al sol y vio al sol reflejado en ella. Entonces se enorgulleció, dio vueltas a sus pensamientos y se dijo: <<¿Volveré a la tienda de la que acabo de salir? De ninguna manera. Los dioses no pueden querer que tanta belleza degenere en usos tan bajos. Sería una locura dedicarme a afeitar las enjabonadas barbas de los labriegos. ¡Qué bajo servicio! ¿ Estoy destinada para un servicio así? Sin duda alguna que no. Me ocultaré en un sitio retirado y allí pasaré mi vida tranquila.>>

Depuse de vivir este estilo de vida algunos meses, saliendo fuera de su funda al aire libre, se dio cuenta de que había adquirido el aspecto de una sierra oxidada y que sus superficie no podía reflejar ya el esplendor del sol. Arrepentida, lloró en vano su irreparable desgracia y se dijo: <<¡Cúanto mejor hubiera sido haberme gastado en manos del barbero que tuvo que privarse de mi exquisita habilidad para cortar! ¿Dónde está ya mi rostro reluciente? El óxido lo ha consumido.>>

Resultado de imagen de navaja oxidada

martes, 28 de abril de 2015

LA LECHERA.

FÉLIX MARÍA SAMANIEGO.

Llevaba en la cabeza
Una lechera el cántaro al mercado
Con aquella presteza,
Aquel aire sencillo, aquel agrado,
Que va diciendo a todo que lo advierte:
¡Yo si que estoy contenta con mi suerte!
Porque no apetecía
Más compañía que su pensamiento,
Que alegre la ofrecía
Inocentes ideas de contento,
Marchaba sola la feliz lechera,
Y decía entre sí de esta manera:
<<En limpio me dará tanto dinero,
Y con esta partida
Un canasto de huevos comprar quiero,
Para sacar cien pollos, que al estío
Me rodeen cantando el pío, pío.
Del importe logrado
De tanto pollo mercaré un cochino;
Con bellota salvado,
Berza, castaña, engordará sin tino;
Tanto, que puede ser que yo consiga
Ver como se le arrastra la barriga.
Llevarelo al mercado;
Sacaré de él sin duda buen dinero:
Compraré de contado
Una robusta vaca y un ternero
Que salte y corra toda la campaña,
Hasta el monte cercano a la cabaña.>>
Con este pensamiento
Enajenada, brinca de manera,
Que a su salto violento
El cántaro cayó.¡Pobre lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
Huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh loca fantasía,
Que palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría;
No sea que saltando de contento,
Al contemplar dichosa tu mudanza,
Quiebre su cantarillo su esperanza.
No seas ambiciosa
De mejor o más próspera fortuna;
Que vivirás ansiosa
Sin que pueda saciarte cosa alguna.

No anheles impaciente el bien futuro;

Mira que ni el presente está seguro. 

lunes, 27 de abril de 2015

EL AVARIENTO.

ESOPO.

Cierto hombre ávaro vendió cuanto poseía y convirtió su precio en oro, el cual enterró en un lugar oculto; y teniendo todo su ánimo y su pensamiento puesto puesto en el tesoro, iba diariamente a visitarlo, lo que observado por otro hombre fue a aquel sitio, desenterró el oro y se lo llevó. Cuando el ávaro vino según costumbre a visitar su tesoro, vió desenvuelta la tierra, y que lo habían robado, se puso a llorar y a arrancarse los cabellos. Uno que pasaba viendo los extremos que hacía aquel hombre, se llegó a él, y después de informarse de la causa de su dolor, le dijo: ¿Por qué te entristeces tanto por haber perdido un oro que tenías como si no lo poseyeras? Toma una piedra y entiérrala, figurándote que es oro, una vez que tanto te servirá ella como te servía ese oro que nunca hacías uso. 
 Resultado de imagen de avariento esopo

domingo, 26 de abril de 2015

EL HOMBRE Y LA LUNA.

ALFONSO X, CALILA Y DIGNA.

Un hombre vio la luz de una estrella en el agua y creyó que era una trucha. Durante dos horas estuvo tratando de pescarla, pero cuando al fin vio que no era nada, la dejó. Y otra noche vio de verdad en el agua un pez, mas creyó que era el reflejo de la luna, como la otra vez le había ocurrido y se fue sin tratar de pescarlo, y lo perdió. 

sábado, 25 de abril de 2015

LA HISTORIA DEL LÁPIZ.

(PAULO COELHO)

El niño miraba a su abuela, que escribía una carta. En determinado momento, preguntó:
-¿Estás escribiendo una historia que nos sucedió a nosotros? ¿Y es, por casualidad, una historia sobre mí?
La abuela dejó de escribir, sonrió y comentó al nieto:
-Estoy escribiendo sobre ti, es verdad. Ahora bien, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueras como él, cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada especial.
-Pero ¡si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
-Todo depende de cómo mires las cosas. Hay cinco cualidades en él que, si consigues conservarlas, te harán siempre una persona en paz con el mundo.
* Primera cualidad: puedes hacer grandes cosas, pero no debes olvidar nunca que existe una Mano que guía tus pasos. A esa Mano la llamamos Dios y Éste debe conducirte siempre en la dirección de Su voluntad.
* Segunda cualidad: de vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas. Con eso el lápiz sufre un poco, pero al final está más afilado. Por tanto, has de saber soportar algunos dolores, porque te harán ser una persona mejor.
* Tercera cualidad: el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar los errores. Debes entender que corregir una cosa que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
* Cuarta cualidad: lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que lleva dentro. Por tanto, cuida siempre lo que ocurre dentro de ti.
* Por último, la quinta cualidad del lápiz: siempre deja una marca. Del mismo modo, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará huellas y procura ser consciente de todas tus acciones. 

viernes, 24 de abril de 2015

EL MAL QUIERE QUE SE HAGA EL BIEN.

(PAULO COELHO)

Cuenta el Poeta persa Rumi que Mo´avia, el primer califa de la dinastía de los Omeya, estaba un día durmiendo en su palacio, cuando lo despertó un hombre extraño.
- ¿Quién eres? –preguntó.
- Soy Lucifer –fue la respuesta.
- ¿Y qué deseas aquí?
- Ya es hora de la oración y sigues durmiendo.
Mo´avia se quedó impresionado. ¿Cómo es que el príncipe de las Tinieblas, el que desea siempre el alma de los hombres de poca fe, procuraba ayudarlo a cumplir un deber religioso?
Pero Lucifer explicó:
-Recuerda que yo fui creado como un Ángel de Luz. Pese a todo lo que sucedió en mi existencia, no puedo olvidar mi origen. Un hombre puede viajar a Roma o a Jerusalén, pero siempre lleva en su corazón los valores de su patria: lo mismo ocurre conmigo. Aún amo al Creador, que me alimentó cuando era joven y me enseñó a hacer el bien. Cuando me rebelé contra Él, no fue porque no lo amara…, muy al contrario, lo amaba tanto que tuve celos cuando creó a Adán. En aquel momento, quise desafiar al Señor y eso fue mi ruina; aún así, aún recuerdo las bendiciones que se me dieron un día y tal vez actuando bien pueda regresar al Paraíso.
Mo´avia respondió:
-No puedo creer lo que me dices. Tu fuiste responsable de la destrucción de mucha gente en la faz de la Tierra.
- Pues créelo –insistió Lucifer-. Sólo Dios puede construir y destruir porque es Todopoderoso. Fue Él, al crear al hombre, quien situó entre los atributos de la vida el deseo, la venganza, la compasión y el miedo. Por tanto, cuando veas el Mal a tu alrededor, no me culpes, porque sólo soy el espejo de las maldades que ocurren.
Consciente de que algo fallaba, Mo´avia se puso a rezar desesperadamente para que Dios lo iluminara. Pasó toda la noche conversando y discutiendo con Lucifer y, a pesar de los brillantes argumentos que oía, no se dejaba convencer.
Cuando ya despuntaba el día, Lucifer cedió al fin y explicó:
-Está bien, tienes razón. Cuando esta tarde he llegado para despertarte a fin de que no perdieses la hora de la oración, mi propósito no era aproximarte a la Luz Divina.
“Yo sabía que, al dejar de cumplir con tu obligación, sentirías una profunda tristeza y durante los próximos días rezarías con el doble de fe y pedirías perdón por haber olvidado el ritual correcto. A ojos de Dios, cada uno de esos rezos expresados con amor y arrepentimiento valdría el equivalente de doscientas oraciones expresadas de forma automática y corriente. Acabarías más purificado e inspirado, Dios te amaría más y yo estaría más lejos de tu alma.
Lucifer desapareció y enseguida entró un Ángel de Luz:
-Nunca olvides la lección de hoy –dijo a Mo´avia-. A veces el Mal se disfraza de emisario del Bien, pero su intención oculta es la de provocar más destrucción.
Aquel día y los siguientes, Mo´avia oró con arrepentimiento, compasión y fe. Sus rezos fueron oídos mil veces por Dios. 
 

jueves, 23 de abril de 2015

EL CONSEJO DE UN AMIGO.

(POPULAR CHINO)

Un hombre bueno y honrado había sido requerido por el Emperador para asumir el gobierno de una región allá en la antigua y milenaria China. Este buen hombre quiso comenzar bien su mandato y decidió pedir consejo a uno de sus mejores amigos.
Varios días después se reunía con su amigo, y al tiempo que se despedía de él le pedía, por favor, un consejo que le sirviera para la nueva etapa que iba a comenzar.
El amigo, conociéndole bien, después de reflexionar un poco le dijo:
-Sobre todo, sé paciente – le recomendó a su amigo – y de esa manera no tendrás dificultades en tus funciones. El nuevo gobernador le contestó que no lo olvidaría.
Su amigo le repitió tres veces la misma recomendación y cada vez, el futuro magistrado le prometió seguir su consejo. Pero cuando, por cuarta vez, le hizo la misma advertencia, estalló:
-¿Crees que soy un imbécil? ¡Ya van cuatro veces que me repites lo mismo!
El amigo simplemente le sonrió, y advirtiéndole de la dificultad que conllevaba el consejo que le había propuesto, le dijo:
-Ya ves que no es fácil ser paciente; lo único que he hecho ha sido repetir mi consejo dos veces más de lo conveniente y ya has montado en cólera – suspiró el amigo. 
 

miércoles, 22 de abril de 2015

COMO LA LUZ DE UNA VELA.

(POPULAR CHINO)

Caía la tarde en los jardines del palacio del Duque. Éste paseaba por entre las arboledas y los setos llenos de flores, acompañado por un músico ciego, que también hacía las veces de consejero, dada su sabiduría. Mirando el sol que declinaba, el Duque se dirigió a su acompañante.
-Ya tengo setenta años – dijo el Duque a su músico ciego-, y aunque quisiera estudiar y leer algunos libros, creo que ya es demasiado tarde.
-¿Por qué no enciendes la vela? Sugirió el músico.
-¿Cómo se atreve un súbdito a bromear con su señor? – exclamó el Duque enojado.
-Yo, un músico ciego, nunca me atrevería a pronunciar inconveniencias en presencia de mi señor. Pero he oído decir que si un hombre es aficionado al estudio en su juventud, su futuro será brillante como el sol matinal; si se aficiona al estudio en su edad media, será como el sol de mediodía; mientras que si se comienza a estudiar de viejo, será como la llama de una vela. Aunque la vela no es muy brillante, al menos es mejor que andar a tientas en la oscuridad.
El Duque estuvo de acuerdo. 
 Resultado de imagen de luz de una vela parpadeando

martes, 21 de abril de 2015

EL ÁRBOL.

Ni siquiera se despidió de los suyos el día que decidió marchar de casa. Atrás quedó su familia y todos los recuerdos que habían constituido su vida hasta aquel entonces. Quería ser libre y descubrir nuevas experiencias.
Casi un año después se dio cuenta de que había malgastado el dinero y la salud. Caminaba perdido por las calles solitarias de una fría ciudad, y no hacía otra cosa que pensar en los suyos.
De tanto en tanto le rondaba la idea de volver a casa, pero la desechaba. Unas veces por temor a ser mal recibido, otras porque no se sentía con fuerzas para llevar una vida ordenada.
Sin embargo, venció los temores y un buen día se atrevió a escribir a los suyos. En la carta les pedía perdón y les decía que, aunque no se atrevía a pedirlo, estaba deseando volver al hogar con todas sus fuerzas.
Terminaba la carta diciéndoles que si ellos –padres y hermanos- estaban dispuestos a acogerle, que pusieran un pañuelo blanco colgado del árbol que había junto a su casa, al lado de la vía de ferrocarril. Si él veía el pañuelo, bajaría en la estación; de lo contrario, aceptaría la decisión de la familia y continuaría el viaje…
Durante el viaje estuvo imaginando una y otra vez el árbol, unas veces lo veía con un pequeño pañuelo blanco, quizás atado en la rama que más cercana estaba de la vía del tren… otras, también imaginaba el árbol sin ningún pañuelo, solitario y desnudo.
Cuando el tren pasó velozmente frente a su casa, contemplo el viejo árbol… y no pudo reprimir un gesto de gozo intenso: No sólo había un pañuelo atado a una rama. Todo el árbol estaba repleto de pañuelos, unos grandes y otros pequeños, unos blancos y otros de colores… como si hubiera florecido un perdón amplio y blanco como la paz. 
 Resultado de imagen de arbol viejo

lunes, 20 de abril de 2015

EL ENAMORADO.

(JALAL EDDINE RUMI)

De regreso a la casa de la amada un joven llamó a su puerta y una voz dentro preguntó:
“¿Quién es?”.
El joven responde:
“Soy yo”.
Pero la voz replicó:
“Esta casa es demasiado pequeña, no hay sitio para dos”.
Y la puerta permaneció cerrada.
Entonces el joven llamó de nuevo”
“Mi querida, soy yo, ábreme. Estoy aquí”.
Pero la puerta no se abrió.
Entonces el enamorado se retiró al bosque, reflexionó y rezó por largo tiempo, en soledad. Pasado un año, regresó y llamó, todavía una vez más, a la puerta de su amada. Desde adentro la voz preguntó:
“¿Quién es?”.
El enamorado respondió:
“Soy “tú”, porque tú y yo somos una misma realidad”.
Entonces la puerta se abrió para dejarlo entrar. 
 pareja de enamorados en la puerta de la casa. n - Buy Old ...

domingo, 19 de abril de 2015

ENCONTRAR A DIOS

(DE LOS APOTEGMAS DE LOS PADRES DEL DESIERTO)

Un discípulo fue donde su maestro y le dijo:
-Maestro, quiero encontrar a Dios.
El maestro sonríe. Y como hacía mucho calor, invitó al joven a acompañarlo a darse un baño en el río. El joven se zambulló, y el maestro hizo otro tanto. Después lo alcanzó y lo agarró, teniéndolo por la fuerza debajo del agua. El joven se debatió por algunos instantes, hasta que el maestro lo dejó volver a la superficie.
Después le pregunta qué cosa había deseado más mientras estaba debajo del agua.
-El aire – respondió el discípulo.
-¿Deseas a Dios de la misma manera? – le pregunta el maestro -. Si lo deseas así, lo encontrarás. Pero si no tienes esta sed ardiente, de nada te servirán tus esfuerzos, tus libros y mis enseñanzas. No podrás encontrar la fe, si no la deseas como el aire para respirar. 

sábado, 18 de abril de 2015

EL AMOR DE LA FAMILIA.

Un discípulo deseaba ardientemente renunciar al mundo, pero afirmaba que su familia le amaba demasiado como para permitirle que se fuera.
“¿Amarte?”, le dijo su maestro. “Eso no es amor en absoluto, y te lo voy a demostrar.”
Entonces, llevando aparte al discípulo le reveló un secreto del yoga que le permitiría simular que estaba muerto.
Al día siguiente, según todas las apariencias externas, aquel discípulo apareció como muerto, y la casa se llenó de llantos y lamentaciones de parte de sus familiares.
Entonces se presentó el maestro y dijo a la desconsolada familia que él tenía poder para resucitarlo si había alguien que quisiera morir en su lugar. Y se preguntó si había algún voluntario.
Para sorpresa del “cadáver”, todos los miembros de la familia comenzaron a aducir razones por las que debían seguir viviendo. Su propia mujer resumió los sentimientos de todos con estas palabras:
“En realidad, no hay necesidad de que nadie ocupe su lugar. Ya nos las arreglaremos sin él”. 

viernes, 17 de abril de 2015

VERDADERAMENTE SATISFECHO.

(ANTHONY DE MELLO)

En un terreno desocupado que lindaba con su casa, un cuáquero había puesto un cartel con la siguiente leyenda: Este terreno le será dado a quienquiera que esté verdaderamente satisfecho.
Un acaudalado granjero que pasó por allí se detuvo a leer el cartel y se dijo:
“Si nuestro amigo el cuáquero está dispuesto a entregar este terreno, también yo puedo reclamarlo antes de que lo haga otro. Soy rico y tengo cuanto necesito, de modo que cumplo el requisito exigido”.
Se acercó, pues, a la puerta de la casa, llamó y explicó el motivo de su presencia.
“¿Y estás verdaderamente satisfecho?”, le preguntó el cuáquero.
“Naturalmente que sí; tengo todo cuanto necesito.”
“Amigo, le dijo el cuáquero, si estás satisfecho, ¿para qué quieres ese terreno?” 
 

jueves, 16 de abril de 2015

IMÁGENES DE DRAGONES.

(CUENTO ZEN)

Al rey Seko le gustaban mucho los dragones. Era una auténtica pasión lo que tenía por este tipo de extrañas criaturas. Las paredes de su palacio estaban llenas de pinturas de dragones; los suelos lucían con mosaicos de dragones, en los salones había dragones esculpidos en estatuas, en frisos...
Cuando llegaba algún visitante a su palacio le narraba historias fabulosas que hablaban de aventuras y desventuras relacionadas con este tipo de seres fabulosos. Incluso había mandado a los sabios de palacio, recopilar todos aquellos libros y textos que estuvieran relacionados con los dragones. De esta forma, ante los impresionados y atónitos visitantes, alardeaba de conocer todos los misterios y secretos relacionados con estos seres fabulosos. Y se mostraba como un valiente, capaz de mantener el tipo allí donde los demás se retiraban temerosos.
Una mañana, al levantarse el rey Seko, abrió la ventana que daba a los jardines de palacio... y cuál sería su sorpresa al ver un gran dragón que, asomándose por ella, le mostraba su rostro. Nunca había visto un dragón real a pocos metros de él.
El rey, completamente conmocionado y asustado, se desmayó. Al rey Seko sólo le gustaban las imitaciones de dragones. Le daban miedo los auténticos. 
 

miércoles, 15 de abril de 2015

LOS RATONES.

(ESOPO)

Un ratón que vivía en la ciudad, yendo de camino, fue convidado por otro ratón, que vivía en el campo, y en su guarida le dio a comer bellotas, habas y cebada muy amigablemente. El ratón de la ciudad, agradeció, rogó al del campo que fuese con él a la ciudad a divertirse, a lo que condescendió éste.
Hallándose ambos en la ciudad, entraron en la rica despensa del palacio donde moraba el ratón ciudadano, que estaba llena de toda clase de alimentos buenos y apetecibles; y mostrando todo esto el ratón de la ciudad al otro, le dijo: Amigo, come lo que gustes, pues tengo en abundancia.
Mientras estaban comiendo alegremente, vino de improviso el despensero, y abrió la puerta con gran estruendo. Al oír el ruido, huyeron espantados los ratones, cada uno por su parte.
El ratón que habitaba aquella casa conocía muchos lugares para esconderse, y enseguida se puso a salvo; pero el forastero no sabía cómo escapar.
Por suerte enseguida marchó el despensero, y cuando cerró la puerta, los ratones volvieron a salir.
-Ven acá y comamos, ya ves cuantos manjares tenemos -dijo el ratón de la ciudad.
-Sí, muy bueno está esto -respondió el ratón de campo -, pero ¿éste peligro, es aquí muy frecuente?
-Sí, contestó el otro, esto sucede a cada instante; y por tanto es necesario acostumbrarse.
-¡Oh! - dijo el ratón forastero. ¡Con que esto es diario! Seguramente que vives aquí en la opulencia; pero sin embargo, más quiero con tranquilidad mi pobreza que con tales sustos y sobresaltos tu abundancia. 

martes, 14 de abril de 2015

LOS DOS JILGUEROS.

Dos jilgueros estaban muy alegres tomando el fresco sobre el mismo árbol. Éste era un chopo.
Uno se había posado arriba, en lo más alto de la copa del chopo; el otro, abajo en la bifurcación de dos ramas.
Después de un rato, el jilguero que estaba arriba, por romper el silencio, dijo:
-¡Hay que ver! ¡Que bonito es el verde de estas hojas!
El jilguero que estaba abajo lo tomó como una provocación. Le respondió secamente:
-¡Tú estás ciego! ¿No ves que son blancas?
Y el que estaba arriba, todo picado:
-¡Tí sí que estás ciego! ¡Son verdes!
Y el otro desde abajo, volviendo el pico amenazador hacia arriba:
-Te juego las plumas de la cola a que las hojas son blancas. Tú no entiendes ni gorda. ¡Eres tonto!
El jilguero de la copa del chopo sintió que le hervía la sangre. Sin pensarlo dos veces se precipitó sobre su adversario para darle una lección. El otro no se movió. Cuando estaban juntos, el uno frente al otro, con las plumas del cuello alborotadas de ira, por pura casualidad se volvieron los dos a mirar hacia arriba, en la misma dirección. El jilguero que venía de lo alto de la copa del chopo emitió un "¡Oh!" de sorpresa.
-Pues llevas razón: ¡Son blancas!
Pero, en tono reconciliador, le dijo a su amigo:
-Ven, por favor, a la copa donde yo estaba antes.
Volvieron a la rama más alta del chopo y dijeron los dos a coro:
-Pues sí que son verdes. 
Resultado de imagen de chopo árbol

lunes, 13 de abril de 2015

UNA TAZA DE TE.

(CUENTO JAPONÉS)

Un sabio japonés, conocido por la sabiduría de sus doctrinas, recibió la visita de un profesor universitario que había ido a verlo para preguntarle sobre su pensamiento. El profesor universitario tenía fama de ser creído y orgulloso, no prestando nunca atención a las sugerencias de los demás, creyéndose siempre en posesión de la verdad.
El sabio quiso enseñarle algo. Para ello comenzó por servirle una taza de té.
Comenzó echando el té poco a poco. Primero la taza se llenó. El sabio, aparentando no percatarse de que la taza estaba ya llena, siguió echando té y más té, hasta que la taza rebosó y el líquido comenzó a manchar el mantel. El anciano mantenía su expresión serena y sonriente.
El profesor de universidad miró desbordarse el té, tan estupefacto, que no lograba explicarse una distracción tan contraria a las normas de la buena urbanidad; pero, a un cierto punto, no pudo contenerse más y dijo al anciano sabio: "¡Está llena! ¡Ya no cabe más!".
El sabio imperturbable y sin inmutarse, le dijo: -, "Tú también estás lleno de tu cultura, de tus opiniones y conjeturas eruditas y completas, igual que le ocurre a esta taza. ¿Cómo puedo hablarte de la sabiduría, que sólo es comprensible a los ánimos sencillos y abiertos, si antes no vacías la taza?".
El profesor comprendió la lección y desde aquel día se esforzó en escuchar las opiniones de los demás, sin despreciar ninguna de ellas. 
 

domingo, 12 de abril de 2015

EL TESORO DEL CAMPESINO.

(LEÓN TOLSTOI)

Había una vez un campesino, amante de la tierra y de su trabajo.
Ya era anciano. No era rico, pero trabajando duro había logrado comprar una hermosa viña que le proporcionaba lo suficiente para vivir holgadamente con su familia.
Con mucho esfuerzo había criado tres hijos sanos y robustos. Pero precisamente aquí estaba su tormento: los tres muchachos no mostraban, de ningún modo, compartir la pasión del padre por el trabajo en el campo.
Un día el campesino sintió que estaba por llegar su última hora. Por lo tanto, llamó a sus muchachos y les dijo: "Hijos, debo revelaros un secreto: en la viña está escondido un tesoro que bastará para que viváis felices y tranquilos cuando yo haya muerto. Buscad este tesoro, y dividilo entre vosotros como buenos hermanos".
Dicho esto, expiró:
Al día siguiente los tres hijos bajaron a la viña con azadones, palas y rastrillos, y empezaron a remover profundamente la tierra. Buscaron por días y días, porque la viña era grande y no sabían dónde el padre habría escondido el tesoro del que les había hablado.
Al final, se dieron cuenta de haber labrado toda la tierra, sin haber encontrado algún tesoro. Quedaron muy desilusionados.
Sin embargo, después de algún tiempo, comprendieron el significado, de las palabras del padre: de hecho aquel año la viña dio una cantidad enorme de espléndidas uvas, porque había estado bien cuidada y trabajada. Vendieron la uva y obtuvieron muchos rublos de oro, que después dividieron fraternalmente, según la recomendación del padre.
Y desde aquel día comprendieron que el más grande tesoro para la persona es el fruto de su trabajo. 

sábado, 11 de abril de 2015

LOS DOS AMIGOS.

El mayor se llamaba Frank y tenía veinte años. Y el pequeño era Tedy, que tenía dieciocho. Estaban siempre juntos y eran muy amigos desde los primeros cursos de Primaria. Juntos decidieron enrolarse como voluntarios en el ejército. Y al marchar prometieron ante sus padres que se cuidarían y apoyarían el uno al otro.
Tuvieron suerte y los dos fueron destinados al mismo cuartel y al mismo batallón. Aquel batallón fue destinado a la guerra. Una guerra terrible entre las arenas ardientes del desierto. Al principio y durante unas semanas Frank y Ted se quedaron acampados en la retaguardia y protegidos de los bombardeos. Pero una tarde llegó la orden de avanzar en el territorio enemigo. Los soldados avanzaron durante toda la noche, amenazados por un fuego infernal. Al amanecer el batallón se replegó en una aldea.
Pero Ted no estaba. Frank lo buscó por todas partes, entre los heridos, entre los muertos. Al fin encontró su nombre en la lista de desaparecidos. Se presentó al comandante.
-Vengo a solicitarle permiso para ir a buscar a mi amigo -le dijo.
-Es demasiado peligroso -respondió el comandante. Hemos perdido ya a tu amigo. Te perderíamos también a ti. Fuera siguen disparando.
Frank, sin embargo, partió. Tras unas horas de búsqueda angustiosa, encontró a Ted herido mortalmente. Agonizaba. Lo cargó sobre sus hombros. Pero un cascote de metralla lo alcanzó. Siguió arrastrándose hasta el campamento.
-¿Crees que valía la pena arriesgarse a morir por salvar a un muerto? -le gritó el comandante.
-Si -murmuró-, porque antes de morir, Ted me dijo: "Frank, sabía que vendrías". 
 

viernes, 10 de abril de 2015

EL MENDIGO.

(TAGORE)

Iba yo mendigando de puerta en puerta, a lo largo de la calle de la aldea. En un lugar me daban una manzana, en otro un trozo de pan, en otro una espiga de trigo...
De pronto, allá a lo lejos, apareció tu carruaje de oro, parecido a un sueño maravilloso.
Me pregunté: ¿Quién será este Rey de reyes?
Crecieron mis esperanzas, y pensé que los días tristes de mi vida estaban a punto de terminar; esperé que se me diera la limosna sin tener que pedirla, y que tus riquezas abundantes fueran esparcidas por el polvo del camino.
El carruaje se detuvo a mi lado; tu mirada cayó sobre mí, y tú descendiste con una sonrisa.
Presentí que mis días de mendigo habían llegado a su fin y me quedé esperando tesoros inmensos. Había llegado el momento supremo de mi vida.
Pero tú, bajando lentamente del carruaje te quedaste quieto ante mí y me extendiste la mano derecha diciéndome: "Qué tienes para darme?".
¡Ah, pero qué gesto verdaderamente digno de un rey fue aquél de extenderme tu mano para pedir limosna a un pobre!
Titubeante y confuso, extraje lentamente de mi zurrón un grano de trigo y te lo di. Y con gesto sencillo sonreíste y continuaste tu camino.
¡Pero cuál no sería mi sorpresa cuando, al final del día, extendí sobre la vieja mesa el contendido de mi mochila y encontré en la exigua espiga de trigo, un granito de oro... el mismo que yo le había entregado horas antes.
Lloré amargamente por no haber tenido generosidad suficiente para haberte entregado todo aquello que poseía... 
 

jueves, 9 de abril de 2015

FIESTA EN EL CASTILLO.

(POPULAR MEDIEVAL)

El pueblo que rodeaba la colina el castillo se despertó al oír al mensajero del marqués que leía un bando en medio de la plaza.
"Se hace saber a todos que nuestro bienamado señor marqués invita a todos sus buenos y fieles súbditos a participar en la fiesta de su cumpleaños. Cada uno de los que asistan recibirá una agradable sorpresa. Pide a todos un pequeño favor: Cada uno de los participantes a la fiesta tenga la cortesía de llevar un poco de agua para llenar el depósito del castillo que está vacío..."
El mensajero repitió varias veces la proclama, luego dio marcha atrás y escoltado por los guardias volvió al castillo. En el pueblo se levantaron los comentarios más diversos.
-¡Bah! El tirano de siempre. Le sobran criados para hacerse llenar el depósito... Le llevaré un vaso de agua y ¡basta!
-¡Que va! ¡Siempre ha sido bueno y generoso! Yo le llevaré un barril.
-Yo... un dedal y ¡sobra!
-¿Yo un tonel!
Llegó el día de la fiesta. Aquella mañana un extraño cortejo subía la colina hacia el castillo. Algunos llevaban al hombro pesados toneles o jadeaban en la cuesta cargados con grandes cubos llenos de agua. Otros mofándose de sus compañeros, llevaban pequeñas garrafas, botellines o incuso un baso en una bandeja. La procesión entró en el patio del castillo. Cada uno vaciaba el propio recipiente en el gran depósito. Lo dejaba en un rincón y, luego, se dirigía contento hacia la sala del banquete. Asados y vino, frutas y tartas, bailes y cantos se sucedieron hasta bien entrada la tarde. Al anochecer el señor del castillo dio las gracias a todos y se retiró a sus habitaciones.
-¿Y la sorpresa prometida? -rezongaron algunos, contrariados y desilusionados. Otros se mostraban alegres y satisfechos.:
-El señor marqués nos ha obsequiado con una fiesta estupenda. Cada uno, antes de marchar, pasó a recoger sus vasijas. Estallaron, entonces, gritos cada vez más fuertes. Gritos de júbilo y de rabia. ¡Las vasijas habían sido colmadas hasta el borde de monedas de oro!
-¡Ay, si hubiera traído un poco más de agua...!
 

miércoles, 8 de abril de 2015

LA TALLA DE MADERA.

En cierta ocasión, un chico muy joven acudió a un Templo y le pidió a un anciano que le enseñase la sabiduría. Después de hablar con él un rato, el anciano decidió ponerlo a prueba antes de aceptarlo como discípulo. Señaló en dirección a un árbol que había frente al Templo y dijo:
-Jovencito, tú quieres aprender, pero yo he de ausentarme del Templo durante un año ¿Podrías talar ese árbol y hacerme una estatua mientras estoy fuera?
-Naturalmente, Maestro -contestó el chico. El Maestro le entregó un cuchillo pequeño y le pidió que se pusiera a trabajar y que fuese amable con los otros discípulos. Luego partió. Como el joven quería aprender de este famoso Maestro, fue muy paciente y lo hizo todo perfecta y cuidadosamente. Le llevó el año entero terminar una talla de dos metros y medio.
Cuando regresó el Maestro, el joven estaba orgulloso y contento de haber realizado algo que sin duda le haría ganar la confianza del Maestro. Para su sorpresa, éste miró la talla, meneó la cabeza y dijo:
-Esta estatua no tiene el tamaño que yo había pensado en principio. ¿Podrías hacerla más pequeña? He de volver a ausentarme del Templo para predicar y no volveré hasta dentro de otro año.
El chico, decepcionado, dio muestras de cierto malestar. Sin embargo, como quería aprender de este gran Maestro, accedió, tras lo cual se marchó el sacerdote.
Aunque sintiéndose molesto en su interior, el joven intentó reducir el tamñaño de la talla. Durante los tres primeros meses de trabajo no cesó el malestar en su mente, y notaba que había perdido el afán de perfección.
Durante los otros tres meses sólo logró más sentimientos de malestar y la estatua no le salía bien. Entonces se dio cuenta de algo y pensó: "Lo que realmente quiero es aprender, y ya que el único modo de aprenderlo es realizando este trabajo, más vale que lo haga lo mejor que pueda y además disfrute haciéndolo".
A partir de ese momento empezó a recobrar su paciencia y su entusiasmo. Después de otros tres meses ya podríamos decir que disfrutaba casi cada minuto pasado esculpiendo aquella obra artística. Al terminar el año había hecho una hermosa estatua de tan sólo noventa centímetros. Y lo más importante, había aprendido a enfrentarse a sí mismo. Poco después de terminar su trabajo regresó el Maestro al Templo. Vio el trabajo y dio muestras de contento, pero dijo:
-Aunque está bien hecho el trabajo, es todavía más grande de lo que había esperado, ¿podrías intentar de nuevo reducir su tamaño?
Para sorpresa del Maestro, el joven respondió afirmativamente con voz contenta. El rostro del muchacho reflejaba su paciencia y el placer con que se enfrentaba a su tarea. Y el Maestro se ausentó de nuevo.
Por tercera vez se puso el joven a tallar, pero esta vez pensó cómo hacer que la estatua no sólo fuese hermosa, sino que pareciese tener vida. A ello dedicó toda su atención y esfuerzo. Había aprendido a disfrutar con lo que estaba haciendo, y el año no se le hizo largo
Cuando el Maestro regresó de su viaje, el joven le entregó una estatuilla de unos ocho centímetros: la mejor escultura en madera que uno pueda imaginar. El joven había pasado la prueba de fuerza de voluntad, paciencia, perseverancia y lo más importante de todo, la de actitud frente al aprendizaje. No cabía duda de que sus estudios serían un éxito, porque había aprendido a vencer al más duro y fuerte de los enemigos: él mismo. 
Imagen relacionada

martes, 7 de abril de 2015

EL PRINCIPITO Y EL ZORRO.

(ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY)

"Entonces apareció el zorro.
-Buenos días -dijo el zorro.
-Buenos días - respondió cortésmente el Principito, que se dio vuelta, pero no vio nada.
-Estoy acá -dijo la voz bajo el manzano...
-¿Quién eres? -dijo el Principito-. Eres muy lindo...
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el Principito-. ¡Estoy tan triste!...
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro. No estoy domesticado.
-¿Qué significa "domesticar"? -dijo el Principito.
-Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro-. Significa "crear lazos".
-¿Crear lazos?
- Sí- dijo el zorro-. Para mí, no eres todavía má que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol y tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
El zorro calló y miró largo tiempo al Principito:
-Empiezo a comprender -dijo el Principito-. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
El zorro calló y miró largo tiempo al Principito:
-¡Por favor... domestícame! -dijo.
-Bien lo quisiera -respondió el Principito -, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
-¿Qué hay que hacer? -dijo el Principito.
-Hay que ser muy paciente -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente, volvió el Principito.
-Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito? -dijo el Principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días: una hora, de las otras horas.
El Principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
-No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada aún -les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron muy molestas.
-Sois bellas, pero estáis vacías -les dijo todavía-. No se puede morir por vosotras. Sin duda un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras. Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro:
-Adiós -dijo.
-Adión -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el Principito, a fin de acordarse.
-El tiempo que tú dedicaste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
-El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el Principito, a fin de acordarse.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
-Soy responsable de mi rosa... -repitió el Principito, a fin de acordarse.

lunes, 6 de abril de 2015

EL FAVOR DE LA ANCIANA.

(ANTHONY DE MELLO)
Se encontraba una familia de cinco personas pasando el día en la playa. Los niños estaban haciendo castillos de arena junto al agua cuando, a lo lejos, apareció una anciana, con sus canosos cabellos al viento y sus vestidos harapientos. La anciana musitaba algo entre dientes mientras recogía cosas del suelo y las introducía en una bolsa.
Los padres llamaron junto a sí a los niños y les dijeron que no se acercaran a la anciana, y los tres hijos pequeños así lo hicieron, quedándose cerca de sus padres.
Cuando ésta pasó junto a ellos, inclinándose una y otra vez para recoger cosas del suelo, dirigió una sonrisa a la familia. Pero no le devolvieron el saludo.
Muchas semanas más tarde supieron que la anciana llevaba toda su vida limpiando la playa de cristales para que los niños no se hirieran los pies. 
 

domingo, 5 de abril de 2015

LA MUERTE DEL PESIMISMO.

(LEYENDA ÁRABE)
Había una vez un viejo, tan viejo que no recordaba ni siquiera que había sido joven. Y quizás no lo había sido jamás.
En todo el tiempo que llevaba de vida, todavía no había aprendido a vivir. Transcurría sus días ociosos en el umbral de su cabaña, mirando con ojos indiferentes al cielo.
A veces alguno se detenía a hacerle preguntas. Tan lleno de años como estaba, la gente lo creía muy sabio y buscaba sacar algún consejo de su secular experiencia.
-¿Qué debemos hacer para conquistar la alegría? –le preguntaban los jóvenes.
-La alegría es una invención de los tontos – respondía él.
Pasaban hombres de alma noble, apóstoles deseosos de hacerse útiles:
-¿De qué manera podemos sacrificarnos, para ayudar a nuestros hermanos? –le preguntaban.
-Quien se sacrifica por la humanidad es un loco – respondía el viejo con una sonrisa sarcástica.
-¿Cómo podemos encaminar a nuestros hijos por el camino del bien? –preguntaban los padres y las madres.
-Los hijos son serpientes. De ellos no se puede esperar más que mordidas venenosas.
Las malvadas convicciones de aquel que no sabía ni vivir ni morir, poco a poco se difundían en el mundo. El amor, la bondad, la poesía, embestidos por el ventarrón del pesimismo se empañaban y se hacían áridos.
Finalmente Dios se dio cuenta de la destrucción que el pesimismo obraba en el mundo, y decide darle solución.
-Pobre, -pensó Dios-, apuesto a que nadie jamás le ha querido. Llamó a un niño y le dijo:
-Anda a dar un beso a aquel pobre viejo.
Enseguida el niño obedeció; puso los brazos alrededor del cuello del viejo y le estampó un beso en su arrugada cara. El viejo quedó muy admirado, él que no se admiraba de nada. En efecto, nadie jamás le había dado un beso. Y así el pesimismo abrió los ojos a la vida, y murió sonriendo al niño que lo había besado. 

sábado, 4 de abril de 2015

LAS VIEJAS COSTUMBRES

(ANTHONY DE MELLO)
Cuando, debido a un accidente, el cacique de la aldea perdió el uso de sus piernas, tuvo que caminar con muletas. Poco a poco, fue aprendiendo a moverse con rapidez, llegando incluso a bailar y a realizar pequeñas piruetas, para regocijo de sus vecinos.
Luego se le metió en la cabeza la idea de adiestrar a sus hijos en el uso de las muletas, no tardaron en convertirse en un símbolo de prestigio en aquella aldea el caminar con muletas; y al cabo de poco tiempo, todo el mundo caminaba de ese modo.
Pasadas cuatro generaciones, no había nadie en la aldea que caminara sin muletas. La propia escuela incluía en su curriculum un curso de “Muletería teórica y aplicada”, y los artesanos de la aldea se hicieron célebres por la calidad de las muletas que fabricaban. Llegó incluso a hablarse de crear unas muletas accionadas electrónicamente.
Un día se presentó un joven turco ante los jefes de la aldea y les preguntó por qué todo el mundo caminaba allí con muletas, a pesar de que a todos les había dado Dios unas piernas para caminar. A los ancianos les hizo gracia que aquel insolente joven se considerara más listo que ellos, y decidieron darle una lección.
“¿Por qué no nos enseñas como se hace?”, le dijeron.
“De acuerdo”, dijo el joven.
Y se determinó que la demostración tuviera lugar el sábado siguiente, a las diez en punto de la mañana, en la plaza de la aldea. Allí estaba todo el mundo cuando llegó el joven al centro de la plaza caminando con ayuda de unas muletas; y cuando el reloj de la aldea comenzó a dar la hora, el joven se irguió y soltó las muletas. La multitud guardaba un expectante silencio mientras él daba un enérgico paso adelante… y caía de bruces.
Con lo cual, todos se confirmaron en su creencia de que era absolutamente imposible caminar sin ayuda de unas muletas. 

viernes, 3 de abril de 2015

EL DEFECTO DEL CIENTÍFICO.

Érase una vez un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción.
Un día se enteró de que andaba buscándole el Ángel de la Muerte, y entonces hizo doce copias de sí mismo. El Ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo.
Pero no por mucho tiempo, porque, como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió una ingeniosa estratagema. Regresó de nuevo y dijo:“Debe de ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo. Sin embargo, he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto”.
El científico pegó un salto y gritó:
“¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?”.
Justamente aquí, en su orgullo, respondió el ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo. 

jueves, 2 de abril de 2015

EL ELEFANTE FURIOSO.

(ANTHONY DE MELLO)
Hace mucho tiempo, había un rey en la India que tenía un elefante que se volvió loco. El animal iba de aldea en aldea destruyendo cuanto encontraba a su paso, y nadie se atrevía a hacerle frente, porque pertenecía al rey.
Sucedió un día que un supuesto asceta se disponía a abandonar una aldea, a pesar de que todos sus habitantes le suplicaban que no lo hiciera, porque el elefante había sido visto en el camino y atacaba a todos los que pasaban por él.
El hombre se alegró de la ocasión que se le ofrecía para demostrar su superior sabiduría, porque su maestro espiritual acababa de enseñarle a ver a Dios en todas las cosas.
¡Oh, pobres e ignorantes locos!”, les dijo. “¡No tenéis ni idea de las cosas espirituales! ¿Nunca os han dicho que debemos ver a Dios en todas las personas y en todas las cosas, y que todos los que lo hacen gozarán de la protección de Dios? ¡Dejadme ir! ¡Yo no tengo miedo al elefante!”.
La gente pensó que aquel hombre no tenía mucha más idea de lo espiritual que el elefante loco. Pero, como sabían que era inútil discutir con un santón, le dejaron ir. Y apenas había recorrido unos metros del camino, cuando se presentó el elefante y arremetió contra él, lo alzó del suelo por medio de su trompa y lo lanzó contra un árbol. El hombre se puso a dar alaridos de dolor. Afortunadamente para él, aparecieron en aquel crítico momento los soldados del rey, que capturaron al elefante antes de que pudiera acabar con el iluso asceta.
Pasaron unos cuantos meses hasta que el hombre se encontró en condiciones de reanudar sus andanzas. Entonces se fue directamente a ver a su maestro y le dijo:
“Lo que me enseñaste es falso. Me dijiste que viera en todas las cosas la presencia de Dios. Pues bien, eso fue exactamente lo que hice… ¡y mira lo que me ocurrió!”.
Y le dijo su maestro:
“¡Qué estúpido eres! ¿Por qué no viste a Dios en los habitantes de la aldea que te previnieron contra el elefante?”. 
Resultado de imagen de elefante furioso

miércoles, 1 de abril de 2015

ÁRBOLES PARA EL FUTURO.

Se acercaba la época de las lluvias monzónicas y un hombre muy anciano estaba cavando hoyos en su jardín. Trabajaba con ilusión y entusiasmo.
“¿Qué haces?”, le preguntó su vecino.
“Estoy plantando mangos”, respondió el anciano.
“¿Esperas llegar a comer mangos de estos árboles?”
“No, no pienso vivir tanto. Pero otros lo harán. Se me ocurrió el otro día que toda mi vida he disfrutado comiendo mangos plantados por otras personas, y ésta es mi manera de demostrarles mi gratitud. En mi larga vida he recibido muchas cosas de los demás. Es justo que yo contribuya a que otros se beneficien de mí.”