ANTHONY DE MELLO.
Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por fin, llegó al mar.
Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces.
"¿Quién eres tú?", le preguntó al mar la muñeca de sal.
Con una sonrisa, el mar le respondió: "Entra y compruébalo por ti misma".
Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella.
Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada: "¡Ahora ya sé quién soy!".
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