ANTHONY DE MELLO.
Si tienes dudas sobre lo que es la ecuanimidad escucha la historia del hombre ecuánime. Era dueño de un caballo, pero cierto día se despertó por la mañana, fue al establo y comprobó que el caballo había desaparecido. Entonces vinieron los vecinos a condolerse y a decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido! Para un caballo que tenías y se ha marchado.
Y el hombre dijo:
-Sí, sí, así es, así es.
Pasaron unos días y una mañana el buen hombre se encontró con que en la puerta de su casa no solamente estaba su caballo, sino que había traído otro. Vinieron los vecinos y dijeron:
-¡Qué buena suerte la tuya! Ahora eres dueño de dos caballos.
El hombre repuso:
-Sí, sí, así es.
Al disponer de dos caballos ahora el hombre podía salir a montar a caballo con su hijo. Pero un día, el hijo se cayó del caballo y se fracturó una pierna. Vinieron los vecinos y dijeron:
--Mala suerte, muy mala suerte. ¡Si no hubiera venido ese segundo caballo...
El hombre dijo:
-Sí, sí, así es.
Pasó una semana y estalló la guerra. Todos los jóvenes fueron movilizados, menos el hijo herido al caerse del caballo. Y vinieron de nuevo los vecinos a ver al padre y le dijeron:
-¡Tú sí que tienes buena suerte! Tu hijo se ha librado de la guerra.
Y el hombre comentó:
-Sí, sí, así es.
La narración es un ejemplo de la ecuanimidad y también de cómo los propios hechos de la existencia (la rueda de la vida que gira y gira) habría que aprender a verlos desde la justa perspectiva.
Si tienes dudas sobre lo que es la ecuanimidad escucha la historia del hombre ecuánime. Era dueño de un caballo, pero cierto día se despertó por la mañana, fue al establo y comprobó que el caballo había desaparecido. Entonces vinieron los vecinos a condolerse y a decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido! Para un caballo que tenías y se ha marchado.
Y el hombre dijo:
-Sí, sí, así es, así es.
Pasaron unos días y una mañana el buen hombre se encontró con que en la puerta de su casa no solamente estaba su caballo, sino que había traído otro. Vinieron los vecinos y dijeron:
-¡Qué buena suerte la tuya! Ahora eres dueño de dos caballos.
El hombre repuso:
-Sí, sí, así es.
Al disponer de dos caballos ahora el hombre podía salir a montar a caballo con su hijo. Pero un día, el hijo se cayó del caballo y se fracturó una pierna. Vinieron los vecinos y dijeron:
--Mala suerte, muy mala suerte. ¡Si no hubiera venido ese segundo caballo...
El hombre dijo:
-Sí, sí, así es.
Pasó una semana y estalló la guerra. Todos los jóvenes fueron movilizados, menos el hijo herido al caerse del caballo. Y vinieron de nuevo los vecinos a ver al padre y le dijeron:
-¡Tú sí que tienes buena suerte! Tu hijo se ha librado de la guerra.
Y el hombre comentó:
-Sí, sí, así es.
La narración es un ejemplo de la ecuanimidad y también de cómo los propios hechos de la existencia (la rueda de la vida que gira y gira) habría que aprender a verlos desde la justa perspectiva.
Para estos casos, la gran santa carmelita nos da la respuesta:
ResponderEliminar«Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
y quien a Dios tiene
nada le falta»
Y esta es la mejor solución para todos los problemas que se nos pueden presentar en esta vida, ponernos en las manos de Dios, que es el mejor timonel, y quesea Él quien se encargue de dirigir el barco.