viernes, 12 de agosto de 2016

EL BRAHMÍN

 
Era en el norte de la India, allí donde las montañas son tan elevadas que parece como si quisieran acariciar las nubes con sus picos. En un pueblecillo perdido en la inmensidad del Himalaya se reunieron un asceta, un peregrino y un brahmín. Comenzaron a comentar cuánto dedicaban a Dios cada uno de ellos de aquellas limosnas que recibían de los fieles. El asceta dijo:

--Mirad, yo lo que acostumbro a hacer es trazar un círculo en el suelo y lanzar las monedas al aire. Las que caen dentro del círculo me las quedo para mis necesidades y las que caen fuera del círculo se las ofrendo al Divino.

Entonces intervino el peregrino para explicar:

--Sí, también yo hago un círculo en el suelo y procedo de la misma manera, pero, por el contrario, me quedo para mis necesidades con las monedas que caen fuera del círculo y doy al Señor las que caen dentro del mismo.

Por último habló el brahmín para expresarse de la siguiente forma:

--También yo, queridos compañeros, dibujo un círculo en el suelo y lanzo las monedas al aire. Las que no caen, son para Dios y las que caen las guardo para mis necesidades.

*El Maestro dice: Así proceden muchas personas que se dicen religiosas. Tienen dos rostros y uno es todavía más falso que el otro.

1 comentario:

  1. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, Dios y César son los dos círculos del cuento. Pero vivimos en un mundo donde nos hemos vuelto brahmines. Hemos apartado a Dios de nuestro camino y vivimos solo para el éxito y el placer. Como dice el evangelio, somos más del mundo que de Dios, y de la carne más que del espíritu.

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