ESOPO.
Un perro de esos acostumbrados a comer huevos, al ver una
almeja, no lo pensó dos veces, y creyendo que se trataba de un huevo,
se la tragó inmediatamente. Desgarradas luego sus entrañas, se sintió
muy mal y se dijo:
-- Bien merecido lo tengo, por creer que todo lo que veo redondo son huevos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario